Se cumplen 33 años de los hechos que el 27 y 28 de 1989 conmocionaron a toda Venezuela y que fueron bautizados como El Caracazo. El alza continua de los precios de la comida y el decreto del aumento del costo de la gasolina se convirtieron en los principales detonantes de «la bajada de los cerros», como también se le conoció a la salida espontánea de la gente de sectores de Caracas, Guarenas y Guatire.
Pero ¿cuáles fueron esas señales que los periodistas, las radios, las televisoras, los medios impresos de la época interpretaron de que estaba ocurriendo algo realmente inesperado y noticioso? ¿Cómo informaron en medio de un contexto de una fuerte represión del gobierno del entonces presidente Carlos Andrés Pérez?.
El reconocido periodista Andrés Cañizales cuenta parte de su historia cuando para ese entonces trabajaba en Radio Fe y Alegría de Caracas. Describe que los sucesos tuvieron varias etapas en su desarrollo y desenlace.
La primera fase la titula como «la del amanecer, la del desconcierto». Relata que «vivía en La Vega y esa fue la primera etapa del amanecer en la mañana del lunes 27 donde prácticamente la ciudad (Caracas) estaba desolada, no había transporte, todavía no tenía mucho impacto lo que había ocurrido en Guarenas y Guatire. Pero era algo muy extraño. Parecía un 1 de enero con las calles vacías».
Y para cualquier periodista acucioso este atípico escenario le llamaba poderosamente la atención. Sin embargo, y a pesar «de que un compañero, Wilfredo (Luzardo) que tenía la unidad móvil de la radios nos buscó a la mayoría porque no había transporte público, no se percibía que estaba ocurriendo algo».
Y es que faltaba algo más, un click que permitiese activar los micrófonos, las pantallas, las rotativas de la época con noticias de «última hora».
Uno de los principios periodísticos es indagar por sí mismo lo que ocurre. Por eso Cañizales cuenta que «en el transcurrir de ese 27 de febrero es que comenzamos a mirar con mayor claridad lo que estaba pasando. Llegan muchos comentarios de la calle, lo que transmitía la televisión, nosotros mismos salimos a ver qué era lo que estaba ocurriendo y nos empezamos a dar cuenta de que era una manifestación de saqueos, de grupos de gente metiéndose en tiendas y comercios, y la propia policía participó de esos hechos».
Llega el segundo momento y es cuando el equipo de Radio Fe y Alegría se activa y «lo que hicimos fue empezar a darle cobertura a esos acontecimientos».
Pero en este punto de su relato se detiene un poco para un breve análisis sobre la discusión eterna en torno a señalar qué tanto impacto tuvo la difusión de imágenes y noticias de los saqueos para que la «revuelta» se magnificara.
«En un primer momento había mucha transmisión en directo, sin filtros, sin editar lo que estaba ocurriendo y probablemente eso tuvo un impacto en la gente. En el caso nuestro, como era radio, contábamos lo que estaba ocurriendo. Y, recordando aquel momento, tratábamos de llamar a la calma a que la sociedad tuviese la suerte de tener algo de sensatez».
Una tercera etapa que se desprende de la historia de Andrés, como la de muchos, es la tensión que se vivió en la noche del lunes 27 de febrero. «Ya se había ordenado fuertemente la represión, luego el 28 y el 1 (de marzo) fueron días muy duros, donde prevaleció la censura».
Llegó la represión militar y policial ¿cómo seguir informando?
Y es precisamente en este segundo momento dentro del desarrollo de los eventos cuando entra un elemento importante en el quehacer periodístico. Y es el de discernir qué seguir haciendo y cómo.
«El papel de Radio de Fe y Alegría de esa época se resaltó mucho más porque hubo decisiones de muchos medios radioeléctricos, bien por presiones oficiales o por decisión propia, que empezaron a cohibirse, a censurarse, a no contar lo que estaba ocurriendo y la voz de Fe y Alegría quedó prácticamente sola en el dial», destaca el también profesor de periodismo.
Cañizales recuerda que en medio de la fuerte represión y «las calles desoladas, andábamos con salvoconductos, se escuchaban disparos, por aquí, por allá, las llamadas de la gente, nosotros sacábamos muchas llamadas de la gente y esa fue una de las razones por las cuales el gobierno se fijó en Radio Fe y Alegría, hubo llamados del gobierno a directivos de Fe y Alegría para que se cambiara lo que estábamos haciendo».
Cuenta en su discurrir de la memoria que «una señora nos llamó y se escuchaban al fondo los disparos, la seora decía que `estoy aquí en el piso, nos están disparando, no sé qué está pasando, nos están disparando a los edificios».
Y agrega que «testimonios tan fuertes como ese fue algo que mostramos, que difundimos, y quienes éramos periodistas de radio Fe y Alegría en esa época recibimos el apoyo de la directiva de Fe y Alegría e insistimos siempre en el llamado a la sensatez, denunciamos la represión y nos cuidamos de filtrar las llamadas al aire porque era un momento de mucha exaltación».
Un equipo de periodista muy jóvenes
Para los periodistas y comunicadores populares de Radio Fe y Alegría Caracas la situación originada por El Caracazo significó todo un conjunto de desafíos.
El también ex aspirante a la Relatoría de la Libertad de Expresión en la Región explicó que «era un equipo muy joven, estábamos en torno a los 23 y 25 años como promedio, venía consolidándose un trabajo periodístico desde dos años antes, y por tanto nos sentíamos desafiados por los acontecimientos, me atrevería a decir que ya estábamos en la etapa de madurez, pese a lo joven que éramos».
En medio de ese recuento apunta que «íbamos contando con un equipo consolidado, una especie de masa crítica como le gusta decir al Padre Jesús María Aguirre, y contábamos con una novedad, que era la unidad móvil que subió cerro parejo en Caracas, y eso nos dio una facilidad para movilizarnos en momentos en que no había transporte público».
También fue clave, destaca, el apoyo institucional de Fe y Alegría «y el apoyo que nos dio en ese momento el director de IRFA Martínez Terrero, fue una cosa clave para el trabajo que veníamos haciendo».
Y ciertamente fue un proceso de «muchas reflexiones, de mucha tensión entre nosotros porque nos preguntábamos qué hacer, si abrir completamente los micrófonos, nos preguntábamos si eso no incentivaba más esa ola de violencia que en algún momento parecía que no tenía control».
Para la etapa de la represión de las manifestaciones ciudadanas, Andrés Cañizales expone sin medias tintas, que «nuestro rol era denunciar esa represión, cuidando las maneras porque como decía, atendíamos primero las llamadas de la gente por teléfono y haciendo nosotros, los periodistas, comentarios de lo que la gente denunciaba y mucha gente nos decía que éramos los únicos que estábamos informando, y todo eso para nosotros fue sin duda una prueba de fuego».
A modo de reflexión para lo actual
Para el productor y conductor del espacio En Este País, que se transmite de lunes a viernes por la red de Radio Fe y Alegría Noticias en sus dos horarios, 1 pm y 7 pm, definitivamente 33 años después «ha cambiado radicalmente el contexto país, hay un mayor control sobre las comunicaciones y tenemos una ausencia de referentes nacionales en la comunicación, en el periodismo, cosa que en el 89 no era así».
También afirma que hoy en día la sociedad venezolana vive una situación general de empobrecimiento «mucho peor que la del 89, pero también vivimos un momento en el cual quienes ejercen el poder han establecido un modelo de mayor control sobre la sociedad y para mi es lo que explica que en una situación tan dramática social, económicamente como en la que estamos ahora no hayamos estado en presencia de un estallido social».