Varios son los testimonios de migrantes latinoamericanos que han llegado a las salas de redacción que reflejan el pánico que están sufriendo al verse en condiciones infrahumanas en las diferentes prisiones donde se encuentran recluidos, aún en medio de la pandemia.
En los centros para migrantes el coronavirus avanza exponencialmente en un momento en que la pandemia ha dejado más de 46.583 muertos en Estados Unidos.
En las cárceles para migrantes que gestiona el Servicio de Inmigración (ICE) hay 287 casos, pero asociaciones de derechos humanos denuncian que hay más infectados sin reportar.
El médico Jody Rich – epidemiólogo de la Universidad de Brown – explicó que en cualquier centro de detención es imposible mantener la «distancia social» para prevenir la enfermedad, porque es un lugar donde nunca hay más de dos metros entre dos personas.
Rich y otro médico, Scott Allen, que trabajaron como expertos para la Oficina de Derechos Civiles y Libertades del Departamento de Seguridad Interior, alertaron al Congreso – protegidos por un programa de responsabilidad del gobierno – sobre la amenaza para los migrantes, trabajadores y para la población del brote de Covid-19 en los centros de ICE.
En una carta enviada al Congreso en marzo los facultativos advirtieron que esta situación es un «polvorín».
Entre los latinos que se encuentran detenidos en los centros de reclusión por diferentes causas hay venezolanos, mexicanos, hondureños, guatemaltecos, salvadoreños, dominicanos y colombianos.
Un gran porcentaje de ellos se encuentra en malas condiciones de salud y sus familiares temen por sus vidas.