Crisis para unos y supervivencia para otros

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Foto: Archivo.

En Maracaibo las temperaturas pueden alcanzar hasta los 45 grados lo que, acompañado con el hambre, sueño o cansancio, puede provocar un estado de estrés y desesperación en los choferes que a diario hace largas colas para esperar por echar gasolina.

En la Estación de Servicio Lago Pista, una de las más importantes de esta entidad porque se encuentra en la autopista que conecta a Maracaibo con el Puente Rafael Urdaneta, hacen vida comerciantes informales que venden refrescos o agua de coco. Luis Aguirre, es uno de ellos, quien afirma que puede ganar al día entre 200 a 300 mil bolívares (4 dólares aproximadamente), lo que es igual a todo un mes de trabajo para alguien que gane salario mínimo.

«Estuve trabajando como vigilante en la Clínica Paraíso durante nueve años”, dice. “Pero lo que ganaba de sueldo, me lo gastaba en pasajes y no me daba la base». La crisis de gasolina era pan de cada día en el Zulia cuando en otros estados de Venezuela empezaba a ser noticia: mientras en algunas regiones se agudizó a partir de noviembre, desde finales de septiembre ya se observaban kilométricas colas de carros en las estaciones de servicio de la región zuliana, irónicamente el corazón petrolero del país. Por ello, donde unos ven angustia y desesperación, otros encuentran un negocio para vivir o, al menos, sobrevivir.

Aguirre explica que ahora le va mejor porque vive cerca de la estación y lo que gana le alcanza para comprar comida, aunque no lo suficiente: según él, solo puede garantizar las tres comidas de sus hijos, por lo que debe sacrificar las de él y su esposa.

Luis Aguirre, vendedor informal. Foto: Graciela Portillo.

«Nosotros estamos haciendo una sola comida y sólo las tres comidas para nuestros 3 hijos. Yo antes tenía 107 kilos y medio, ahorita peso 90 kilos», cuenta Aguirre, quien asegura que no se ha ido del país porque no tiene dinero para sacarse el pasaporte.

En una situación similar está Luzmary Pirela, quien desde octubre vende cigarros, chimón y caramelos en las estaciones de servicio, a donde puede llegar a las 5:00 de la mañana, para irse cuando caiga el sol.

«No gano mucho, pero ahí más o menos resuelvo. Para trabajar a alguien por un sueldo mínimo, prefiero trabajo en lo mío», expresa Pirela.

Lo que parecía ser un trágico 2019 para el Zulia, lleno de apagones, racionamientos eléctricos de hasta 18 horas, saqueos y crisis de salud, terminó empeorando por la crisis de combustible que se ha extendido durante lo poco que va de 2020.

Estos reportes llegaron incluso a los oídos de Michelle Bachelet, Alta Comisionada para los Derechos Humanos de la ONU, quien destaca en su última actualización sobre la crisis en Venezuela: “Mi Oficina realizó una visita a Maracaibo en la que constató las larguísimas colas para comprar combustible y los cortes prolongados y reiterados de electricidad, que además afectan el suministro de agua”.

“Millares de zulianos/as han migrado al extranjero o a la capital del país”, destaca Bachelet en el reporte. Las autoridades, mientras tanto, han respondido aplicando medidas como el “pico y placa”, que consiste en vender gasolina por terminal de la placa vehicular, las cuales han fracasado. Las colas se mantienen.