“Dame una piñita”, una constante en la devastada economía deltana

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Foto: archivo.

Seis personas hacían cola en una panadería del centro de Tucupita. Una a una fueron atendidas y solo compraban una o dos “piñitas”. Era el mediodía y solo eso sería su almuerzo.

Los usuarios apenas pueden adquirir un pan dulce en las panaderías de Delta Amacuro, una realidad que evidencia la deteriorada economía de una gran parte de sus habitantes.

Un pan piñita tiene un valor de 600 bolívares, el equivalente a lo que tienen en sus bolsillos quienes recurren a las panaderías durante las mañanas o los mediodías.

Una trabajadora que labora de cajera en otra panadería en el centro de la localidad, reveló que “hay gente que desayuna una sola piñita y se marcha al trabajo”.

Afortunadamente, la mayoría de estos locales no han impuesto un consumo mínimo a sus clientes. Contrariamente, permanecerían vacías, dijo un adulto mayor que afirmó tomarse un café en diferentes panaderías.

El salario mínimo en Venezuela es de 65 mil bolívares al mes, lo que para este 9 de julio de 2019, sería unos 8 dólares. La mayoría de los deltanos dependen de las nóminas oficiales, donde no existe acuerdo alguno de pago extra.

Un padre de familia consultado trabaja en la gobernación de Delta Amacuro y explicó que “todos saben que el salario no alcanza para nada”.

Tiene tres hijos bajo su mismo techo y ha tenido que velar por ellos. Además del cargo oficial, trabaja como albañil, como “caletero” o “de lo que salga”, revela. No obstante, aun con todos los esfuerzos, los ingresos no son suficientes para tener una vida “normal”, como la que, asegura, tenía antes del arribo de la crisis.

Él ya se ha comido sus dos piñitas. Se levanta de la mesa y dice que se va a trabajar. Esta vez, pintando la casa de un diputado regional.