Son las 7:00 de la mañana y guiándome con mi bastón de rastreo trato de identificar el camino para ingresar a la estación del Metro del Valle, en Caracas. El ruido, los gritos, los empujones y la avalancha de gente me hacen perder por momentos la ruta segura. Pierdo la orientación: siento que estoy en las escaleras eléctricas y que no funcionan. Casi me voy al vacío por la presión de la gente, y en un segundo escucho el comentario: “se fue la electricidad”.
Otra vez.
Palabras que no puedo publicar se escuchan por todo el espacio. Mis oídos se activan más y el olor a rabia e impotencia llegan con facilidad. No sé si regresarme o esperar a que llegue la luz.
Algo cambió. Hace cuatro o cinco años voces de solidaridad cruzaban mis oídos para preguntarme si necesitaba ayuda; hoy son otras frases la que retumban: “¡Échese pa’ allá que voy apurado”. La crisis nos echó una vaina a los que tenemos alguna discapacidad: ya no hay escaleras, ya no llegan los funcionarios del metro a echarte una mano, nos quedamos sin luz de la esperanza y parece que regresó la exclusión.
En los últimos meses se han intensificado las fallas eléctricas en Caracas, como en todo el país. Esto impide muchas veces el uso de los ascensores o escaleras mecánicas por parte de personas de la tercera edad o con alguna discapacidad, lo que representa una agonía para ellos. Para nosotros.
Además, en el Metro de Caracas existen múltiples inconvenientes para el traslado de las personas con discapacidad. Este sistema de transporte se ha visto muy afectado en los últimos años, disminuyendo con ello la calidad de los servicios que presta, como las escaleras mecánicas. Es lamentable que personas en sillas de ruedas recorran varias cuadras para poder ingresar al Metro. Pero más triste aún que familiares o amigos bajen personas cargadas en sus sillas de ruedas por escaleras fijas.
¿Dónde queda el artículo 41 de la Ley para las personas con discapacidad, que señala que los terminales de vehículos automotores, las estaciones de ferrocarril, metro, trolebús o de cualesquiera otros medios de transporte terrestre, tendrán accesibilidad, orientación e información necesaria para el uso de personas con discapacidad y movilidad reducida?
Para agravar más el panorama en el Metro de Caracas, muchos operadores se han ido del país, lo que ha generado falta de personal, con lo que ha aumentado la problemática que afecta a personas ciegas directamente.
La comunidad ciega, en término generales, viaja apoyada por un operador del Metro que los traslada en todo momento durante el recorrido. Esto ya no es posible.
Queda claro que el nivel de desventajas que tienen las personas con discapacidad para trasladarse en El Metro de Caracas crece y empeora, pero no sólo es allí. En los Centros Comerciales también es frecuente encontrarse las escaleras mecánicas y ascensores apagados o dañados; cuando son apagados se hace para ahorrar energía, y en ocasiones son prendidos por cierto tiempo al día. Esto complica más el desarrollo de las actividades cotidianas de una persona con discapacidad. Ya ni siquiera en los Centros Comerciales tenemos el apoyo que merecemos.
Todo esto va en contra de los Artículos 19, 20 y 81 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, en los que se establece en primer lugar la obligación del Estado venezolano de garantizar los Derechos Humanos de todos los ciudadanos, el libre desenvolvimiento de su personalidad de forma autónoma, así como las oportunidades para las personas con discapacidad.
Todo queda en papel, porque la deuda está vigente.
@Moisesfquintero