¿De qué hablamos cuando hablamos de migración?

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Foto: Esteban Vega la-Rotta.

La palabra migración está en boca de funcionarios gubernamentales, expertos internacionales, académicos y periodistas. El ciudadano común, al menos en varios países de América Latina, también usa con frecuencia la palabra migración. En Venezuela, en verdad, es moneda corriente.

Sin embargo, el uso cotidiano y extendido de esta palabra no es sinónimo, necesariamente, de que exista un consenso general sobre qué se entiende por migración. Parece prevalecer la idea de que migración es un concepto que todos entienden, esto lo que arroja una aproximación bastante preliminar a la literatura académica, y por tanto pocos se detienen a discutir o analizar qué se entiende realmente por migración.

Organismos internacionales dedicados a la problemática, como es el caso de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), proveen una definición que podría considerarse operativa y afín a la misión y actividades de este organismo dependiente de Naciones Unidas (ONU).

Para la OIM, migración es “el movimiento de una persona o grupo de personas de una unidad geográfica a otra a través de fronteras administrativas o políticas”. Dado el enfoque burocrático que tiene éste, como cualquier organismo internacional, aquí el énfasis está puesto en lo administrativo.

Cierra la definición sosteniendo que esa persona o grupo de personas al desplazarse a otra unidad geográfica, “desean establecerse definitiva o temporalmente, en un lugar distinto a su lugar de origen”. Es esta una aproximación sencilla y que posiblemente requirió mucho esfuerzo para construirse a través de un consenso en el seno de la ONU.

En un repaso que hace el mexicano Roberto Herrera Carassou permite ver que no existe consenso sobre la duración como un fenómeno para definir cuando una persona se pasa una temporada en otro país o cuando pasa a ser migrante. De nuevo, la lógica administrativa considera este lapso de un año.

Una aproximación de orden académica, leyendo a Herrera Carassou, permite ver la trama compleja que existe detrás de la palabra migración. Sin que sea una lista excluyente, migración puede abordarse desde -como hemos visto- lo político-administrativo nacional o internacional, desde lo demográfico o geográfico, desde lo económico o financiero, pero también es evidente que estando seres humanos -con sus historias personales y familiares- la perspectiva psicosocial es indispensable y la mirada sociológica también, especialmente cuando hablamos de migraciones masivas.

El carácter inter y multidisciplinario que caracteriza a los fenómenos migratorios, especialmente en las sociedades complejas de la contemporaneidad, alimenta con distintos saberes y perspectivas la mirada actual sobre la migración. Muchos hablan de migración desde muy distintos lugares y enfoques, pero tal como lo han apuntado algunos autores no hay acuerdos extendidos y de uso compartido sobre qué se entiende por migración.

Si se le mira desde el punto de vista administrativo pesa, lo numérico, cuántas personas fueron del país A al país B o al C. En lo económico se evalúa el impacto que trae la migración a la nación de acogida o la perdida que significa el flujo migratorio para el país emisor. Desde la psicología se registra el impacto emocional de dejar lo suyo, lo conocido por los migrantes apostando a un lugar que promete mejores condiciones, pero que es desconocido. Y los sociólogos y demógrafos se fijan en los impactos generales, en lo macro social y poblacional, que tienen los flujos migratorios.

Al pasearse por lo que sostienen varios autores y repasar sus respectivas aproximaciones al fenómeno, Herrera Carassou caracteriza como ambigua el uso de la palabra migración en los distintos ámbitos ya mencionados. En este repaso, por ejemplo, se cuestiona al papel de la burocracia, nacionales y de organismos internacionales, en su afán de caracterizar a la migración, a efectos de sus políticas y estrategias, y ello posiblemente ha contribuido a establecer definiciones más bien arbitrarias y administrativas, por ejemplo, cuando se habla de “migrantes ilegales”.

La ausencia de una definición consensuada puede representar un riesgo para quienes se inician en el estudio de las migraciones internacionales. La primera tarea es precisamente constatar tal carencia para construir desde allí una hoja de ruta, en la que confluyan diversidad de enfoques, que alimenten con esa mirada interdisciplinaria lo que se entiende por migración.

Finalmente, la ambigüedad que rodea a la palabra migración, que no les resta un ápice de importancia como fenómeno social global, podría ser punto de arranque para revisiones de carácter documental en aras de mostrar no sólo la dificultad de tener una definición común, sino precisamente abonar en el camino de definiciones que son necesarias, tal como hemos visto en este breve repaso.

Andrés Cañizález es periodista y Director de Medianálisis. @infocracia

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