En estos días estamos viendo la celebración del Congreso del partido comunista Chino, con la reelección del jerarca Xi Jinping, quien está logrando un tercer mandato ininterrumpido. Todos los expertos señalan que desde el legendario Mao Tse Tung, nadie había acumulado tanto poder. Putin pudo hacer lo mismo en Rusia, emulando el poder de los Zares, con más de 21 años como jefe y máximo líder de la patria de Dostoievski. En su vecina Bielorrusia gobierna Alexander Lukashenko, va rumbo a cumplir 30 años al mando, lo llaman “el último dictador de Europa». En Asia también se destaca, en el mismo sentido, el régimen norcoreano, Kim Jong-un, es el nieto del fundador de la dinastía nepotica.
En Venezuela tuvimos entre otras muchas, la prolongada dictadura de Juan Vicente Gómez, que gobernó como jefe supremo por 27 años y antes 9 como vicepresidente de Cipriano Castro. Gómez fue llamado “El Tirano Liberal” en el título de un libro muy interesante de Manuel Caballero. Se le reconoce a pesar de su puño de hierro y a que gobernó a Venezuela como a su propia hacienda, como el que dejó a una Venezuela solvente (canceló la deuda externa que venía arrastrando desde La Gran Colombia) y prefirió dejar como su sucesor a López Contreras, volviendo a ponerle límites a sus familiares más cercanos, antes había expulsado a uno de sus hijos del país, por emular su sed de poder.
Hace unos días se presentó la obra teatral de Guillermo Pacanis “Tadeo al espejo” con un subtítulo que emuló la frase de Luis XIV “El Estado soy yo” con el cambio a “Venezuela soy yo”…“Yo José Tadeo Monagas”. La magistral pieza nos recuerda que una vez que tomó el poder, bajo la Constitución de Paez de 1830, a los 4 años tuvo que cederla debido a que no existía la reelección inmediata, lo hace a su hermano José Gregorio Monagas. Culminado el mandato, vuelve José Tadeo Monagas, pero entonces reforma la Constitución para quedarse para siempre, aprobando la reelección indefinida e inmediata y un periodo más largo de 6 años ininterrumpidos.
La perpetuación produce que los más importantes líderes de los partidos, se unan y aprovechen la traición del gobernador de Carabobo para sacarlo del poder. José Tadeo Monagas sale a Francia, y luego explota la guerra federal. Vuelve José Tadeo Monagas y se instala en su hato del Estado Bermúdez, hoy Estado Monagas. Más tarde a los 84 años, y muy anciano para aquella época, le plantean ante un país de nuevo ingobernable, el regreso al poder y no se hace esperar, liderando la “revolución azul”, que encabeza al entrar a caballo en Caracas y asumir el poder. Al poco tiempo muere y deja a su hijo José Ruperto Monagas como presidente, quién terminó disputando con su sobrino Domingo Monagas la sucesión.
El nepotismo y la corrupción fueron vergonzosos durante el periodo de los Monagas. Cabe la reflexión para acercarnos a este tiempo histórico que vivimos. La batalla de todos los días y en todas partes sigue siendo por la democracia, la alternancia, el pluralismo y el cumplimiento estricto del Estado de Derecho. La frase atribuida a José Tadeo Monagas con el llamado “fusilamiento del Congreso” “La Constitución sirve para todo” debe si queremos prosperar y vivir en libertad ser sepultada para siempre.
Nadie nunca debe estar ajeno a ser controlado. Cuando no hay controles la corrupción se destapa. Cuando no hay debate los países no toman los caminos más razonables. Debates con libertad de prensa, controles de poderes que se equilibran y un fuerte Estado de Derecho, son vitales para un desarrollo sustentable…