Ustedes se preguntarán ¿qué tiene que ver la democracia con el rostro de un bebé? pues a partir de la década de los setenta, según lo describió Samuel Huntington, tuvimos en el mundo la denominada “tercera ola de democratización” que impactó a una gran cantidad de países y permitió cambiar el equilibrio de las relaciones globales. No obstante, estos sistemas políticos que entraron en la convivencia democrática, lo hicieron “en pañales”.

Con el paso de apenas unas décadas, las fuerzas del autoritarismo se reactivaron con tal magnitud que, paulatinamente, fueron ganando terreno usando las mismas herramientas de la democracia y todo su entramado legal, para centralizar el poder y concentrar el liderazgo.

El venezolano Moisés Naím, sin duda, es quien mejor describe este proceso en su conocida obra “La revancha de los poderosos”, allí apreciamos claramente como muchos líderes alrededor del planeta llegaron al poder por vía electoral para luego, con su carisma y popularidad, modificar las reglas de juego y favorecer su permanencia, controlando las instituciones y promoviendo nuevas leyes, muy distintas, claro está, a lo que significa un verdadero sistema político democrático.

Vale decir entonces que nuestras jóvenes democracias no lograron consolidarse en el tiempo, no pasaron de ser “hermosos bebés” cuya crianza no fue del todo perfecta, y esto fue aprovechada por las históricas fuerzas del autoritarismo que, a la sombra, destacaban cualquier error de los sistemas políticos democráticos para manipular la opinión pública hacia corrientes más favorables al hiperliderazgo y la concentración del poder.

Si a lo anterior le sumamos el empuje económico que ha logrado China, en las últimas décadas, y su interés en promover gobiernos que favorezcan el intercambio comercial privilegiado con ellos, sin que importe su sistema político carente de contrapesos institucionales internos, los resultados se pierden de vista.

Nicaragua actualmente es el mejor ejemplo de lo que suscribo. Un país centroamericano que por décadas estuvo controlado por una macabra dictadura y que en los noventa logró entrar en el estadio democrático con el apoyo de buena parte de los países de la región, incluyendo muchas acciones desplegadas desde Venezuela, no logró pasar de la etapa de “bebé”.

En muy poco tiempo, uno de los personajes que luchó más por su liberación y con una enorme popularidad, Daniel Ortega, llegó a la presidencia a través de una elección democrática, pero comenzó un proceso de “atornillarse” en el poder junto con su esposa Rosario Murillo.

Detrás del autoritarismo de la dupla Ortega-Murillo está China. Su poderío económico y su interés en crecer en influencia en la región estimularon a un personaje cundido de autoritarismo en sus venas. Ortega siempre anheló el poder para sí mismo a la usanza de la antigua Unión Soviética; es decir, hasta que muriera y no hasta que el pueblo lo quisiera y consiguió un aliado perfecto para sus fines secretos.

Hoy el avance del autoritarismo nos muestra claramente que nuestras democracias “bebé” fueron socavadas desde dentro. Son muchas las lecciones que debemos aprender de este enorme rebrote continental y mundial. Toda una pandemia, por cierto, pero en este caso, no tenemos a una OMS luchando coordinadamente contra ella, sino a una ONU jugando de acuerdo a los intereses de grandes potencias que bloquean cualquier iniciativa en favor de la democracia en su seno.

En conclusión, no basta conquistar la democracia para un país, se necesita consolidarla, hacerla eficiente y establecerla firmemente en las culturas políticas locales para que no pueda ser destruida con sus mismas herramientas.

El fortalecimiento de los contrapesos institucionales y la formación exhaustiva de fuerzas armadas alineadas con el Estado y no con parcialidades políticas, es una tarea indispensable. Hoy toca recuperar la democracia en muchos lugares del mundo, pero debemos hacerlo con las lecciones aprendidas para que nuestros bebés crezcan sanos y fuertes para cumplir cabalmente sus ciclos de vida.

Piero Trepiccione es politólogo y Coordinador del Centro Gumilla en el estado Lara. @polis360

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