“Mi hijo, que está en primer grado, no está aprendiendo nada, pues solo tiene clases dos días a la semana, y yo no sé enseñarle a leer”, me comentaba el otro día una señora, cuyo hijo está en una escuela pública. Y otra señora, Magaly, me comentó que está haciendo un esfuerzo para tener a su hijo de 10 años en un colegio privado, porque en el otro, solo iba dos días a clases, y al chico le gusta estudiar. “Es mi único hijo, su padre y yo tenemos un pequeño puesto de venta de frutas y verduras. No resulta fácil, pero hacemos el esfuerzo”.

El horario de las escuelas públicas, cerca del 85% del país, se debe en gran parte por la falta de docentes. El abandono de los docentes – a veces ni renuncian, sólo dejan de asistir – se debe en primer lugar por los bajos salarios, que son los más bajos de América Latina. No llega ni a un dólar diario y, según el Banco Mundial, el nivel de pobreza supone un ingreso de menos 1,9 dólares diarios. Para que podamos ver la magnitud del problema, el promedio de los ingresos de los educadores en Venezuela es de 0,43 dólares diarios. ¿Cómo puede un profesional, o cualquier persona, mantenerse y mantener a su familia por ese salario? ¿Dónde queda el Artículo 91 de la CRBV según el cual, todo trabajador o trabajadora tiene derecho a tener un salario suficiente para cubrir sus necesidades y la de su familia?  

Hay centros educativos, públicos y privados, que han reducido sus secciones por falta de docentes; hay escuelas que han cerrado turnos por falta de docentes. Una vecina en Barquisimeto tenía dos centros de educación inicial, y hace tres años los cerró por falta de maestras. En Fe y Alegría se hacen malabarismos para poder atender a los alumnos: se trabaja por área y no por materia, se han ajustado horarios para que los profesores de bachillerato concentren sus días de clases, y hasta los miembros de los equipos directivos están dando clases…

No olvidemos, además, que, según cálculos de la Escuela de Educación de la UCAB, en el país hay cerca de tres millones de niños, niñas, adolescentes y jóvenes fuera de las aulas. ¿Cómo se recuperan sin campañas y sin maestros?

Según un extraordinario trabajo publicado por Prodavinci en el 2023, de Indira Rojas, entre el 2018 y 2021 Venezuela perdió el 25% de sus docentes. ¿Cuántos se habrán perdido estos dos últimos años? Y da dolor ver cómo ha bajado la matricula en la UPEL y en Escuelas de Educación. Según El Impulso (Barquisimeto), basado el núcleo de la UPEL en la capital larense, pasó de 12.000 a 3.000 en el 2022. Y es que, ¿cómo se le pide a un joven que estudie educación, así tenga vocación, para que pase hambre?

Los que perseveran, además de tener mucha vocación y de preocuparse por los estudiantes, lo hacen teniendo otro trabajo, ya sea clases particulares, tareas dirigidas, o también ocupaciones que nada tienen que ver con la educación, como vender tortas en sus casas, cortar pelo. Se de profesores trabajando en restaurantes como mesoneros… 

La Red de Observadores Escolares, de la organización Con la Escuela, dice que el 49% de los docentes activos tienen otra ocupación para poder mantenerse en las aulas. De múltiples maneras subsidian la educación.

Y sin docentes, no hay escuela. Nosotros hemos ayudado a fundar escuelas, tanto en el Zulia como en el estado Bolívar, sin local: en una churuata, en casas de familias en la comunidad… pero con maestros.

Urge acompañar a los maestros, urge una “Alianza por la educación”, no sólo para que ganen salarios acordes con su labor, sino también para mejorar las condiciones de trabajo, la infraestructura escolar, los servicios públicos, recuerden que los derechos humanos son interdependientes.

Es verdad que también los educadores tienen que actualizarse, pues el mundo ha cambiado, la educación no puede ser la misma, pero se necesitan condiciones para que el cerebro creativo pueda funcionar, para que los docentes puedan disponerse a seguir formándose.

El 15 de enero de 1932, maestros de primaria, en plena dictadura de Juan Vicente Gómez, decidieron organizarse y conformar la Sociedad Venezolana de Maestros, para luchar por sus mejoras laborales y mejorar las condiciones de la educación del país. Hoy este día se conoce como el Día del maestro y siguen siendo necesarias ambas acciones: luchar por las mejorar salariales y por las condiciones de la educación venezolana.

Moral y luces siguen siendo nuestras primeras necesidades.

Luisa Pernalete es miembro del Centro de Formación e Investigación Padre Joaquín de Fe y Alegría.

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