El Santo Cristo de La Grita nos recuerda que el camino a la resurrección pasa por el calvario. Miles de peregrinos contemplan el rostro sereno de Jesús.
El vicario de la Basílica del Espíritu Santo y Santuario del Santo Cristo de la Grita, Dehivis Márquez, es el encargado de recibir a los miles de feligreses que peregrinan este año y durante el programa Háblame Bajito que transmite Radio Fe y Alegría Noticias, habló de la historia de esta tradición católica.
La tradición del Santo Cristo de La Grita se remonta hacia el año 1610, particularmente el 6 de agosto, narró.
En esos años, los Misioneros Franciscanos iniciaron el proceso de evangelización y aportes a la educación y la cultura de la zona de La Grita, en el estado Táchira.
El 3 de agosto de 1610, se produjo un terremoto que obligó a los religiosos a huir para salvarse de las réplicas del temblor y las consecuencia.
El Santo Cristo sereno
Uno de los sacerdotes, Fray Francisco, quien era carpintero y tenía otras habilidades de escultor, decidió crear una imagen tallada en tamaño natural de un Cristo crucificado para ofrecerla a Dios por el cese de los terremotos y para consolar a los vecinos asustados.
El cura inició la talla en un madero de cedro y se dedicó a la oración. Comenzó su trabajo de escultor con el apoyo de su comunidad. Cuenta el padre Dehivis que aquel franciscano dejó de último el rostro y que en él quería expresar el dolor por la crucifixión y los males padecidos, pero que también transmitiera serenidad.
A medida que pasaban los días, el padre no lograba dar con la expresión del rostro sereno de Jesús.
La historia cuenta que el 5 de agosto, fray Francisco terminó de trabajar y se fue a orar, después a dormir y en la madrugada, escuchó ruidos en su taller, como si alguien estuviera tallando su obra. El se levantó y vio que había luz en la habitación donde trabajaba el madero.
El padre Dehivis cuenta que justo en ese momento el fray presenció el milagro: se encontró un ángel que estaba tallando el rostro de Jesús tal y como él los había pensado y deseado.
Los peregrinos
Desde ese día 6 de agosto de 1610, las personas que se enteraban de la noticia iban a contemplar el rostro sereno.
La cantidad de personas se incrementó con el rumor y al pasar el tiempo, movieron la talla del cristo a un lugar con más espacio para los peregrinos.
Este año, se cumplen 414 años del milagro de La Grita. Hoy también se le conoce como el Cristo de los milagros.
El actual vicario del santuario relata que al Santuario llegan personas de todo el mundo que encuentran paz y serenidad en la contemplación de la imagen.
El 6 de agosto es el día central de la celebración. Los feligreses piden por la salud, por Venezuela o por sus familias migrantes. También llegan para dar gracias a Dios por favores concedidos.
La misa del Santo Cristo de La Grita
La celebración central inicia con la vigilia y la serenata al Cristo en horas de la madrugada y la mañana del 6 de agosto.
Para este año, la misa central será a las 10:00 de la mañana y la presidirá monseñor Mario Moronta, explicó el vicario.
Durante esta jornada, muchas personas también aprovechan para confesarse.
Después de la eucaristía, la imagen del Cristo regresa a su basílica. A las 7:00 de la noche se realiza la misa del peregrino.
Los religiosos esperan una asistencia de entre 10.000 y 15.000 peregrinos para esta jornada de oración.
Los milagros
Al Cristo lo conocen por los milagros; el padre Dehivis Marquéz asegura que son incontables los milagros que la gente recibe.
Por eso, los feligreses se movilizan todo el año para agradecer y pedir por la salud física “y para el alma”, cuenta el vicario.
A parte de la celebración del 6 de agosto, cotidianamente, la feligresía acude al santuario y dedica oraciones al Cristo de los milagros.
Escuche la entrevista que ofreció el padre Dehivis Márquez a la periodista Carlota Rojas:
Paz y serenidad para Venezuela
El padre dedicó unas palabras a los venezolanos para que puedan encontrar consuelo y serenidad en la actual crisis postelectoral.
Pidió oración y contemplación. No se trata de resignación sino de cruzar el camino del calvario para llegar a la resurrección. Con perdón y sin venganza.
El Señor nos va a escuchar.
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