La frase original murió. La frase original desapareció. La original sucumbió ante la realidad inquietante, tenaz, apabullante. Una realidad que no desmaya, que es necia y al final se impone.
La oración que escuchamos repetidamente hasta el cansancio se esfumó entre los lingotes de oro que salen del sur del país manchados de sangre de empobrecidos e ilusionados mineros, sudor de jóvenes prostitutas y lágrimas de un país entero que observa como socavan, no el metal precioso sino las reservas de agua dulce, la flora y la fauna indiscriminadamente.
Pareciera que poco se ha revolucionado en estas dos últimas décadas, por el contrario el extractivismo se ha agudizado. Antes el petróleo… hoy el oro y todos los minerales ubicados en el macizo guayanés.
A la moneda nacional le pusieron apellidos en un afán de rescatar la narrativa perdida que se fue desvaneciendo junto a los otrora 100 dólares que llegó a cotizarse el oro negro. FUERTE…SOBERANO no aguantaron el peso de la realidad que los enterró antes de que nacieran porque entre otras razones los fulanos y cacareados 15 motores no arrancaron nunca.
Entonces apareció el pragmático BOLIVAR DIGITAL acompañado de las Zonas Económicas Especiales. La apertura a la inversión extranjera, a la maquila, al oxígeno monetario. Además de «luz verde» a los 30 casinos que se abrirán luego de ser cerrados porque atentaban contra el modelo político y económico del país socialista.
En Venezuela el capitalismo es brutal, salvaje, arrollador y cada día desde el comando «rojo rojito» aprietan más el acelerador en esa vía.
Lejos quedó aquella retórica romántica, generadora de expectativas que se ahogó en una desinstitucionalización del país y una distorsión económica. Hoy por hoy…el dólar vive…la pelazón sigue.