El duelo migratorio es un reto y una realidad que convive en los hogares venezolanos producto de la migración masiva.

¿Qué se puede hacer para afrontarlo?, ¿Cómo se puede abordarlo desde la familia?

Siboney Pérez es presidenta de Psicólogos Sin Fronteras y durante el programa Háblame Bajito, que transmite Radio Fe y Alegría Noticias, habló del duelo migratorio y cómo afecta a los venezolanos que se quedan atrás o que se van a otro país.

La psicóloga definió el duelo como la pérdida de algo significativo, algo de valor o incluso, de seres queridos. En el caso del duelo migratorio, las personas pierden el paisaje, los colores, los acentos, los olores de su región y también la cercanía a su familia, su historia y entorno de confianza.

Las personas que se quedan experimentan el síndrome del nido vacío, especialmente las madres, que lo viven cuando sus hijos se independizan.

Consecuencias del duelo migratorio

Las personas experimentan tristeza y negación de la nueva realidad. Ante esto, Siboney Pérez explicó que la ansiedad y el estrés aparece por la incertidumbre al futuro, tanto en los que se van como en los que se quedan.

Comprender la soledad lleva tiempo y en muchas madres incide el temor por los desafíos económicos o por la inseguridad a la que pueden estar expuestos sus hijos.

Por otro lado, estos sentimientos pueden generar depresión, sobre todo en mujeres con síntomas preexistentes, explicó Pérez. La tristeza puede generar trastornos alimenticios y pérdida de interés por actividades cotidianas.

Duelo por la muerte y duelo por la migración

El duelo migratorio se diferencia de otros por varias razones, por ejemplo, con la muerte. Las personas saben que no verán más a ese familiar o ese ser querido que murió y esta situación se trabaja de otra manera. Pero cuando los hijos se van, se sabe que están vivos y esto se traduce en la esperanza de volver a verlos y que estén bien.

En algunos casos, las personas que se quedan pueden padecer sentimientos de culpa por no estar, por quedarse, por no poder ayudar, por no poder colaborar, por creer que se es una carga y otros factores.

El duelo migratorio puede durar hasta dos años, aunque trabajándolos bien, pueden durar un año y medio, destacó la psicóloga.

Puedes escuchar la entrevista que ofreció la doctora Siboney Pérez al periodista Jorge labrador:

Todos los procesos migratorios son diferentes y cada persona lo vive de forma diferente, pero sí es importante que el proceso se prepare, de ser posible; que las familias lo conversen y puedan apoyarse según las necesidades de cada uno.

Un proceso importante en las familias es la redefinición de roles en el núcleo para que las ausencias se compensen con el esfuerzo colectivo de los ortos integrantes.

Los niños dejados atrás

La especialista advirtió que los niños también tienen que ser parte de los preparativos para la migración y dependiendo de la edad que tengan, asumirán un rol determinado.

Sin embargo, cuando los niños están muy pequeños y son abandonados o a cargo de familiares lejanos, en el futuro pueden desarrollar traumas asociados a la afectividad.

“Los niños van a sentir sensación de abandono”, advirtió la psicóloga, porque esa será la conclusión a la que van a llegar.

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