En Venezuela celebramos cada 6 de junio el día de la radiodifusión como un homenaje a los precursores de este oficio en el país. Esa fecha, pero de 1926, en plena dictadura de Juan Vicente Gómez, salía al aire la primera radio en el país: AYRE, en Amplitud Modulada.
La reseña periodística de ese momento se convirtió en todo un acontecimiento. Y es que tener una «programación» distinta, aunque fuese mayoritariamente musical, a los compases del gobierno de turno ya era un desafío, por más apoyo que tuvo del mismísimo Gómez.
Sin embargo, no le bastaron a la emisora AYRE la «cierta» condescendencia del gobernante ni el gran aparataje que para ese momento se convertía en una moderna tecnología para transmitir desde el Nuevo Circo de Caracas a grandes distancias.
El escaso apoyo económico, la mengua creciente del respaldo político y una programación desconectada de la vida de la sociedad caraqueña de ese entonces, rubricaron el fracaso de la naciente radio.
Pero la «primera radio» abría el camino que hoy todavía, en medio de grandes dificultades, otras estaciones en AM y FM, algunas ya desaparecidas, otras cerradas en diferentes períodos de gobierno, y muchas otras nuevas, han seguido transitando en conexión con la gente.
Los aprendizajes de la experiencia radiodifusora
Desde 1926 hasta este 2022 han pasado 96 años. Se dice muy rápido en un texto. Pero el bagaje de aprendizajes es denso y variadamente rico. Millones de piezas musicales, voces, historias, noticias, imágenes sonoras han pasado por las radios venezolanas desde esos inicios.
En Radio Fe y Alegría Noticias formamos parte de esa herencia. Hoy día conformamos una red de 26 emisoras en gran parte del país. Con beneplácito anunciamos la activación de otros diales, al servicio de los ciudadanos, en San Elena de Uairén, Tumeremo y Carúpano.
¿Cómo entendemos la radiodifusión?
Entendemos a la radiodifusión como un servicio público, con todas las voces, con todos los rostros, siempre desde la gente y sus vivencias, experiencias traducidas en palabras, en llantos, en carcajadas, y a veces, hasta en silencios que dicen mucho más que una charla.
La radiodifusión en Venezuela tiene que seguir apostando a la construcción de un nuevo país a través de sus transmisiones de música, de la buena y bonita; de noticias, también alentadoras; de entretenimiento, edificante y humano; de publicidad, para las buenas prácticas y actitudes.
También, hay que entender que la radiodifusión, desde siempre, y ahora mucho más, se hace con equipos técnicos, tecnológicos, pero sobre todo, con talento humano.
La apuesta desde la radio
Podemos contar con la tecnología y conectividad de punta, aunque en nuestra Venezuela actual eso es muy cuesta arriba; podemos tener los mejores estudios y cabinas, muchas veces frías y enmudecidas.
Podemos preciarnos de que nuestra radio llega muy lejos, en distancias geográficas, pero sin los operadores, sin los locutores, sin los técnicos, sin los periodistas que hacen radio, y sin la gente que interactúa en nuestras programaciones, todo lo demás no tiene sentido.
La radiodifusión es humana, es cercana, es cálida, nos conecta, nos da identidad con los demás. Se hace con pasión, con entusiasmo, con energía, desde la calle, y fundamentalmente se hace con una propuesta: ser canal para que resuenen las voces, los sonidos, los gemidos de aquellos que la altisonancia de los poderes sigue dejando a la orilla del camino y también sin radio.
Por fortuna aún quedan apasionadas y apasionados por hacer radio en nuestro país. Necesitamos una radiodifusión que escuche a todos con mayor amplitud y frecuencia, moduladas hacia y desde el sentir de las personas.
Y lo más grandioso es que si es posible, aún en medio de las limitaciones de todo tipo.
Esta es nuestra apuesta en Fe y Alegría: la educación y comunicación popular. Y vaya que hacer radio, con la multiplataforma digital y visual incluida, es el mejor camino.