Eduardo Frontado Sánchez (Caracas, 1986) tiene 36 años y, a pesar de su condición de parálisis cerebral y sus problemas de movilidad (permanece en silla de ruedas desde la adolescencia), no se ha detenido para cumplir sus metas, una de ellas educar a la población en cuanto a inclusión.
Licenciado en Comunicación Social, mención Comunicaciones Publicitarias, egresó de la UCAB en el año 2012 y desde entonces se ha encargado de capacitarse en cuanta área ha podido, con el propósito de que su mensaje de pluralidad y diversidad llegue lejos.
Con una especialización en Desarrollo Organizacional (UCAB, 2016) y varios cursos en el área de liderazgo y trabajo en equipo, Frontado se define como especialista en inclusión y motivación social y le ha hablado sobre el tema por más de diez años a distintas audiencias en talleres, conferencias y asesorías, tanto en Venezuela como en Colombia y Estados Unidos.
¿Cuál es tu principal reto, durante tu día a día?
«Mi principal reto es hablar de inclusión, entendiendo que la inclusión es un tema de educación, más que de barras o de leyes. La inclusión debe ser vista como un proceso educativo y profundo que debe venir del corazón de cada ser humano. Mi mayor reto cada día es que la gente entienda que las personas que tenemos cualidades distintas somos tan capaces de interactuar en una sociedad como cualquier otra persona».
¿Cómo llevaste tu diagnóstico médico durante tus años formativos, con todas sus dinámicas y complejidades?
«Mi diagnóstico médico es parálisis cerebral en la región central, la cual se encarga de comandar la inteligencia. Gracias a mi neuropediatra y a la constancia de mi mamá, fui sometido a un programa de estimulación temprana y he logrado superar todo lo que significa esa condición. Mi neuropediatra creía en la neuroplasticidad del cerebro y que las cosas se iban a ir reparando con el tiempo, y así fue. La secuela que yo tengo es la espasticidad, es decir, que no controlo el tono muscular y estoy todo el tiempo en tensión; por eso es que no camino y estoy en silla de ruedas desde los 12 años.
Yo pienso que cuando uno es capaz de asumir el reto de estudiar, uno debe asumir las consecuencias de en qué te estás metiendo. Uno decide cómo enfrenta la vida: si de manera alegre, jocosa, contenta, entendiendo que de cada adversidad puedes sacar una oportunidad, o de manera amargada. Yo decidí que mi época universitaria no iba a ser amargada.
Entiendo que cuando yo estudiaba, la universidad no contaba con parámetros de accesibilidad y no por eso la voy a castigar. Yo quise siempre ser recordado por mi contentura y por mi manera de enfrentar los retos. Nunca me ha gustado que me traten con misericordia ni con lástima, sino como una persona regular. Por lo que yo sí diría que fue difícil es el tema de los baños, que se encuentran en un entrepiso y donde se me hacía complicado acceder a ellos. Más de una vez tuve que lanzarme por un barranco de tierra, y mis sillas de ruedas duraban un año solamente».
¿Cómo llevas tu condición en tiempos recientes?
«En este momento, mi profesión o el área donde me desempeño es la de consultor en el área de diversidad e inclusión. Y, en ella, difundo que tener una condición especial es una cuestión de actitud. Yo nunca me he sentido menos; al contrario, mi condición para mí ha sido un privilegio. Es un privilegio para mí ser quien soy actualmente y haberme formado en la Universidad Católica Andrés Bello.
¿Cuál es mi actitud frente a la vida? Yo perfectamente me hubiera podido poner a llorar cualquier día que me caí por unas escaleras y a decir que no estudiaré más. Sin embargo, yo terminé mi carrera; para mí, mi condición no me acompleja, a mi me acompaña«.
¿Y qué hay de los micros audiovisuales que te dedicas a elaborar y difundir a través de tus redes sociales, en Instagram y LinkedIn? ¿Cómo surgió la idea y qué te impulsa a seguir adelante con ella?
«Primero que todo, hay que tener en cuenta que hay muchas leyes o decretos y se habla mucho en torno al tema de diversidad e inclusión. Sin embargo, nadie lo cuenta desde su propia experiencia. Ese es mi elemento diferenciador.
La mayoría de la gente confunde la inclusión con la accesibilidad y no son lo mismo. Son dos conceptos totalmente distintos. ¿Qué hago yo? Uso mis redes sociales de manera adecuada para tratar de difundir conceptos y hablar de inclusión de una manera vivencial con la cual la gente se pueda conectar. Lo que está en un libro, tú lo puedes encontrar e investigar. No es lo mismo que yo te cuente algo desde mi experiencia personal, que es lo que realmente te conecta con otros seres humanos.
Tu puedes tener un producto de calidad, pero debes de ser capaz y adaptarte, con un lenguaje sencillo, para hablarle a cualquier tipo de público. No puedo hablar de modo técnico, porque no te van a entender. Quiero dejar sembrado el gusanito de la motivación. ¿Qué mensaje quiero dejar? No me veas con lástima, sino úsame como elemento para motivarte.
Algo en lo que siempre pienso al momento de hacer los micros es en el discurso, en lo que quiero decir: escribo el concepto y lo adapto a mi público. Además, considero que más que hablarle a personas con condiciones especiales, hay que hablarles a las personas que no lo son, porque son ellos quienes, en su mayoría, necesitan esta educación y esta información«.
¿Cómo ves, a largo plazo, estos micros dedicados a la inclusión?
«Para mí representa mi misión de vida. Dejar una huella en el corazón de cada ser humano que los oiga. Quiero que sean vistos como un mensaje que sea fácil de comprender, pero que no llegue desde la tragedia, sino desde qué es lo que quieres lograr como persona con cualidades distintas.
El término «discapacidad» te habla de disminución y yo no me siento una persona disminuida. Yo tengo una cualidad distinta por la cual sobresalgo. ¿Y cómo sobresalgo? Como profesional. Pero no desde la tragedia. Hay que ver en cada reto una oportunidad de mejora. Algo que siempre digo es que el hecho de tener una condición especial o el hecho de tener algún elemento diferenciador no es sinónimo de lastima. Es sinónimo de crecimiento personal y de oportunidades. Yo manejo la inclusión desde mi experiencia personal y también desde la motivación, especialmente en un contexto donde los jóvenes -especialmente en Venezuela- carecen de motivación.
En lo particular, yo creo que he vivido con motivación desde casa. Tengo a mi mamá, que es mi líder vital. Es la persona que veo, a primera hora del día, y me hace pensar y decir: ‘hoy puede ser un gran día’. Eso no quiere decir que yo esté con una sonrisa en la cara todo el tiempo, ni que sea el mejor del mundo. Yo también me caigo. Sin embargo, siento que es importante tener un referente o un motor interno con el cual te puedes inspirar».
¿Vale la pena seguir motivando a las personas, en una era donde predomina el cinismo y el individualismo, especialmente en redes sociales, que son tu canal de comunicación?
«Sí, vale la pena. Yo lo veo de esta forma: tú tienes que tener una autoestima que sea capaz de generar seguridad en ti mismo. Yo me río mucho cuando a mí me llaman “el discapacitado” o “el inválido”, porque esos comentarios vienen de gente que tiene miedo a lo distinto. Por cosas como esas, por razones como que te llamen de esa forma, es que yo creo que vale la pena motivar. Yo no creo en el cinismo de la sociedad; en vez de cinismo, yo creo que es miedo a lo desconocido.
Yo veo posible trabajar por un mundo mejor, donde todos podamos ser vistos y medidos en igualdad de condiciones. Hay mucho que trabajar a nivel del mundo en general, porque el mundo necesita ser educado. No es un trabajo de la noche a la mañana, pero cada persona debe ser capaz de aportar su granito de arena. Yo, desde mi trinchera, aporto, sabiendo que lo humano es lo que nos identifica, y lo distinto es lo que nos une».
Los interesados es escuchar los micros audiovisuales de Eduardo Frontado pueden acceder a sus perfiles en Instagram (@efrontado86) y LinkedIn, Eduardo Frontado Sánchez. También está disponible su sitio web: https://eduardofrontado.com/
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