«Viejos y jóvenes se alejan cada vez más de lo que es entrañablemente nuestro; y la verdad es que muchos de los que lamentan despectivamente aquel supuesto exceso del culto histórico, son los primeros en quienes se advierte una completa ignorancia de nuestra historia.» Augusto Mijares. (En Historia y Conciencia Nacional/1980).
Celebramos los venezolanos el Ducentésimo Décimo Primer Aniversario (211 años) de aquel hecho memorable que autentica la “Declaración de la Independencia de las Provincias Unidas de Venezuela”, y no de la “firma del Acta de Independencia”, como erróneamente muchos insisten en exponer con reiterada equivocación.
Es este un día donde deberíamos coincidir en festiva solemnidad la inmensa mayoría de ciudadanos para revalorizar esa solera histórica que marca un hito descollante de nuestro pasado y nos identifica en el calendario de las efemérides nacionales.
Dice un manido refrán que “todo tiempo pasado fue mejor”, un asunto sobre el cual el Dr. Clay Routledge dijo que: “se trata de un recurso psicológico que las personas emplean para contrarrestar las emociones negativas y los sentimientos de vulnerabilidad”; mientras que la psiquiatra Olga Albornoz, afirma que: “El pasado nos sirve para recordar cosas maravillosas, para evocar lo bueno y lo malo. Lo que se fue y no volverá. También funciona para tener presentes nuestros errores y no volverlos a repetir. Hay que tomarlos de una manera enriquecedora”.
Pues bien, nosotros recordamos que en estas tierras apureñas “de más lejos que más nunca”, nuestra infancia pasó oyendo a los mayores hablar de la “Semana de la Patria”; después en el período de los estudios primarios vivimos aquel sentimiento colectivo que ocupaba a todos en el Grupo Escolar “Daniel O’Leary” de San Fernando de Apure.
Posteriormente el Bachillerato sirvió para ser parte de las actividades de embellecimiento institucional y citadino con el colorido de la bandera tricolor en todas partes, competencias deportivas y de juegos tradicionales, presentaciones artísticas y los infaltables desfiles organizados por la municipalidad y la Fuerza Armada, cuyo cierre estaba signado por la disertación de algún personaje meritorio de la región o invitado especial de otras latitudes, quien además de lucir sus galas de vestuario y distinciones recibidas, trataba vehementemente de hacer brillar su intelecto y capacidad oratoria, evaluada por los efusivos o modestos aplausos del auditorio popular.
No tengo una referencia histórica más emblemática y resonante de celebraciones patrióticas en Apure que superen la del Centenario, aquel año 1911, en San Fernando de Apure.
En esa ocasión se programó oficialmente las actividades de toda índole, incorporando a todos los sectores de la administración pública y privada, sin exclusiones, durante los días lunes 3 al jueves 6 de Julio, designando una Junta Superior Directiva del Centenario, cuyas competencias eran de carácter regional, puesto que la celebración tenía que abarcar todas las entidades territoriales del Estado Soberano de Apure.
Tan apoteósica fue aquella fiesta patriótica que de ella se colectivizó la composición poética “Vuelvan Caras”, autoría de Amadeo Garbi, la cual fue musicalizada por Don Cesar Ramírez Gómez, la que había sido presentada en un concurso declarado desierto el año anterior (1910), pero que reformada para la velada “artístico-literaria” de la noche del 5 de Julio de 1911, en el “Teatro Escalante”, fue asumida como cántico patriótico por toda la ciudadanía para los subsiguientes actos protocolares, siendo declarada Himno del Estado Apure el 19 de Diciembre de 1913.
Más celebraciones y la desidia
Así pues que años posteriores del Siglo XX siguieron en Apure las distintas celebraciones, destacando Centenarios y Sesquicentenarios de epopeyas, así como Bicentenarios de varios próceres, generalmente enaltecidos por las autoridades con la inauguración de monumentos o la develación de esculturas respectivamente.
En los últimos años la delincuencia, el descuido, la apatía y el abandono de lugares públicos como plazas y parques, ha causado un efecto muy negativo hacia los espacios que solían ser emblemáticos y muy concurridos.
La propia Plaza Bolívar de la capital apureña está muy deteriorada y mustia, de noche a oscuras y, obviamente, desolada. Su esplendor que conocimos y disfrutamos en nuestra juventud, comenzó un proceso retrogrado cuando le cerraron todos sus accesos vehiculares; en gran parte de las Parroquias -contadas excepciones- sucede lo mismo, la falta de actividades culturales en las distintas efemérides mantiene a las Plazas Bolívar como lugares bucólicos, poco frecuentados.
Sirva pues este sentir y preocupación como un llamado para que las autoridades de los distintos niveles de gobierno en nuestra región, más allá del interés mediático y efímero de cada ocasión, asuman con mayor pertinencia, sentido de pertenencia, amor patrio y perennidad, las celebraciones alegres y las conmemoraciones luctuosas de los distintos hitos históricos del calendario anual.
Las fechas que recuerdan nuestro acontecer nacional, en especial las que enaltecen los hechos de los Libertadores, son para todos y por tanto sus actividades oficiales también deberían tener el mismo carácter, sin excepción; en consecuencia vale decir, parodiando a Iragorry, que: “Es mejor prender una vela que maldecir las tinieblas”, por tanto es imperativo ponerle bozal al sectarismo, la apropiación exclusiva de unos y la exclusión de los otros por pretensiones mezquinas, los celos partidistas e ideológicos, o por dogma y adhesión religiosa.
Si queremos ser congruentes con el mandato constitucional en cuanto a los principios de la doctrina o el ideal bolivariano, es necesario tener la convicción del Libertador al decir (Bolivia 1826): “Sirvamos a la Patria nativa y después de este deber, coloquemos lo demás”; o cuando refiriéndose al Gobierno republicano, en Angostura (1819) sentenció: “Necesitamos de la igualdad para refundir, digámoslo así, en un todo, la especie de los hombres, las opiniones políticas y las costumbres públicas”.
Cada 5 de Julio, como las demás fechas emblemáticas, deben ser celebradas o conmemoradas por toda la población en cada lugar de nuestra tierra llanera, asumiendo todos a la vez las ideas del Padre fundador en cuanto a su amor por la Patria: «Primero el suelo nativo que nada; él ha formado con sus elementos nuestro ser, nuestra vida no es otra cosa que la herencia de nuestro país; allí se encuentran los testigos de nuestro nacimiento, los creadores de nuestra existencia y los que nos han dado alma por la educación; los sepulcros de nuestros padres yacen allí y nos reclaman seguridad y reposo; todo nos recuerda un deber, todo nos excita sentimientos tiernos y memorias deliciosas; allí fue el teatro de nuestra inocencia, de nuestros primeros amores, de nuestras primeras sensaciones y de cuanto nos ha formado».
Enaltezcamos pues con criterios de unidad y fervor nacional las efemérides patrióticas en cada espacio, que por muy agreste o difícil acceso que tenga, será hermoso, alegre, grato y colorido mediante el esfuerzo conjunto y el abrazo fraternal de hermandad llanera. ¡“Vuelvan Caras Apureños”!
Por Óscar Alvarado/Presidente de la Sociedad Bolivariana del municipio Biruaca y Coordinador Estadal de la Red de Historia, Memoria y Patrimonio del estado Apure.