El deporte para personas con discapacidad visual se ha convertido en un fenómeno social de gran relevancia en el mundo, a tal punto de ser una política de Estado en muchos países. Dentro de las disciplinas practicadas por las personas con discapacidad visual, el ajedrez destaca como el deporte por excelencia. En la actualidad se realizan campeonatos nacionales, continentales, mundiales, y hasta olimpiadas internacionales dedicadas a esta población.
Sin embargo, me veo en la obligación moral, a pesar de haber sido medalla de oro, de escribir estas líneas para expresar mi profunda decepción por lo vivido en primera persona durante los Juegos Paranacionales Oriente 2024, en el torneo de ajedrez denominado “visual”.
Este evento estuvo marcado por situaciones contrarias a los principios de inclusión, equidad y respeto, además de conductas antideportivas que no fueron corregidas por los organizadores ni por los árbitros.
Se ignoraron las bases legales. Lo sucedido en estos juegos contradice la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, que garantiza la justicia social en su artículo 2, prohíbe todas las formas de discriminación en el artículo 21, asegura el pleno disfrute de los derechos en el artículo 19, y respalda la equiparación de oportunidades para las personas con discapacidad en el artículo 81, ya que al ser un evento principalmente para personas ciegas estaba diseñado para los que veían y los supuestos deficientes visuales en algunas casos se fueron manejando de noche desde Caracas hasta el oriente del país en una de las más peligrosas autopistas del país.
¿A quiénes se les consultó para estos juegos?
Asimismo, es importante señalar que existen organismos internacionales como el Comité Paralímpico Internacional (IPC), la Federación Internacional de Deportes para Ciegos (IBSA), y la Asociación Internacional de Ajedrez en Braille (IBCA) que establecen las normativas y categorías específicas para las competencias de ajedrez adaptado.
En Venezuela, también contamos con el Comité Paralímpico Venezolano y FEPOCIVE, instituciones que deberían haber sido consultadas para coordinar este evento. ¿Será que FEPOCIVE fue consultada para estructurar el evento de ajedrez de los juegos paranacionales?
Sin embargo, en esta ocasión al parecer no se consultó ni a dichas organizaciones ni a los principales protagonistas: las personas con discapacidad visual.
Existen antecedentes que debieron ser considerados para este evento como, el Parapanamericano de Ajedrez para Ciegos 2024, en el cual se han establecido categorías claras y justas: una para ciegos totales (B1) y otra para personas con baja visión (B2 y B3).
Incluso, hay que señalar que en la Olimpiada de Ajedrez de Macedonia 2017, el delegado venezolano, Dr. Juan Blanco, propuso dividir estas categorías, logrando el respaldo de la IBCA, la IBSA y varios países, ya que cada vez había menos participación de ciegos totales porque en las competencias internacionales todos juegan juntos a diferencia de la natación y el atletismo que si se respeta la categoría B1, B3 y B3. Este precedente debería haber servido de modelo para estos juegos pero, en lugar de avanzar, Venezuela retrocedió.
Un nombre que invisibiliza
El cambio en la denominación de la categoría de “Ajedrez de Ciegos y Deficientes Visuales” a “Ajedrez Visual” es un gesto que refleja desprecio y desconexión con la comunidad a la que supuestamente busca representar. Este término invisibiliza nuestra condición, intenta ocultarla y atenta contra nuestra dignidad como seres humanos. Por ello, rechazamos rotundamente este tipo de decisiones.
Una experiencia de exclusión
Como persona ciega desde los cinco años he enfrentado numerosos desafíos. Fui analfabeta hasta los 20 años y hoy soy licenciado en Comunicación Social, profesor universitario, cineasta y ajedrecista. Pese a estos logros, mi participación en los Juegos Paranacionales Oriente 2024 no estuvo exenta de obstáculos.
Inicialmente, no fui incluido en el equipo mirandino, ya que se incluyó a personas supuestamente con deficiencia visual, pero que ni siquiera están registrada en CONAPDIS para demostrar su discapacidad y a pesar de mi experiencia casi de dejan fuera de estos juegos, cuando son unos juegos de inclusión. Solo tras presentar mi reclamo a las autoridades deportivas del estado, logré ser considerado. Sin embargo, la experiencia en el evento fue un cúmulo de frustraciones por la deficiente organización.
La convocatoria permitía hasta 15 jugadores por estado, algo que, tras 22 años de experiencia en torneos de ajedrez para personas ciegas, sé que es imposible de cumplir.
La participación en campeonatos nacionales rara vez supera los 30 jugadores de todo el país, lo que demuestra que las condiciones del torneo no estaban diseñadas para las personas ciegas, sino fue un torneo más para personas que ven donde se nos dio un pequeño especio para que nos sintiéramos incluidos.
Un maratón de desgaste físico y emocional
En Maturín, las condiciones del torneo resultaron extenuantes. La organización incluyó ocho competiciones en una sola semana, acumulando más de 30 partidas entre ajedrez clásico, blitz y rápido. Este maratón de ajedrez generó serios problemas de salud entre los participantes, incluidos casos de hipertensión y agotamiento extremo. En mi caso, tuve que retirarme tras ser diagnosticado con presión alta por el equipo médico de Miranda.
Si existían 48 inscripciones, de las cuales más de 10 correspondían a ciegos totales (B1), ¿por qué no se realizaron torneos separados, como en el Parapanamericano? Es evidente que los organizadores no consideraron las necesidades de salud ni las particularidades de los participantes con discapacidad visual.
Fallas graves en la inscripción
Otro aspecto preocupante fue la falta de verificación en las inscripciones. Se permitió la participación de personas que no presentaron carnet de discapacidad, incluyendo casos de individuos que, presuntamente, no tenían discapacidad visual.
El mayor escándalo fue el caso de un participante con supuesta baja visión que manejó su vehículo desde el estado Miranda hasta Maturín. ¿Desde cuándo las personas ciegas o con baja visión pueden conducir? Este incidente generó indignación entre los participantes y provocó protestas de al menos cuatro delegaciones.
Como si esto fuera poco, la organización optó por vendar a tres jugadores cuya participación era cuestionada, permitiéndoles competir en esas condiciones. Uno de ellos, además, mostró conductas antideportivas que afectaron el ambiente del torneo, sin recibir sanciones.
Para finalizar las personas ciegas nos preguntamos: ¿era este un torneo de ajedrez para ciegos sin los ciegos?
Lo sucedido en los Juegos Paranacionales Oriente 2024 representa un retroceso en los esfuerzos de inclusión y respeto hacia nuestra comunidad. Es fundamental que las autoridades deportivas reconsideren sus políticas y, sobre todo, escuchen a los verdaderos protagonistas de estas competencias.
El ajedrez, como cualquier deporte, debe ser una herramienta de integración y respeto, no de exclusión y desprecio.
Moisés Quintero es periodista y activista de derechos humanos
@MOISESFQUINTERO
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