Henry Kissinger, exsecretario de Estado de los Estados Unidos y artífice del restablecimiento de las relaciones diplomáticas con China en la década del 70, ha vuelto a aparecer. Lo ha hecho nada más y nada menos que con una especie de “visita privada” a Pekín esta semana en la que se reunió con Xi Jimping y recibió todos los “honores” como si se tratara de una visita oficial y de un funcionario de alto rango. A sus 100 años, este personaje protagonista de la geopolítica y geoestrategia global del siglo XX nos muestra un meta mensaje de cara al mundo en construcción del presente siglo.
El restablecimiento de las relaciones diplomáticas de EEUU con China marcó una pauta extremadamente significativa, en relación al intercambio económico, para Occidente. Apuntalando este formato, en el marco de la guerra fría, se “separó” estratégicamente al gigante asiático de la Unión Soviética, su aliado ideológico natural, para crear una interdependencia económica y comercial con visión pragmática que fue el caldo de cultivo para el deterioro creciente de la URSS como superpotencia mundial, amparada bajo su arsenal nuclear. Paulatinamente, se movieron los hilos de fuerza en la geopolítica global desde el poderío militar al poderío económico. A partir de allí, se crearon las condiciones para el desmoronamiento de los soviéticos.
Independientemente de sus visiones ideológicas, estos dos países, fueron creando lazos de interdependencia económica sin precedentes en la historia mundial. Todas las grandes corporaciones norteamericanas se mudaron a China para abrir sus líneas de producción allí y aprovechar al máximo la mano de obra barata y las condiciones altamente favorables ofrecidas por el gobierno de la China comunista. El gran estratega que tuvo una gran influencia en la concepción y desarrollo de ese proceso fue Henry Kissinger.
En medio del actual deterioro de las relaciones políticas y diplomáticas entre los EEUU y China, por diversas razones, aparece este centenario hombre reuniéndose públicamente con el premier chino y mostrando una simbología, que más allá de las palabras formales o no, muestra un contundente metamensaje capaz de llegar a Washington para que se analice el creciente deterioro de esta relación que puede tener repercusiones demasiado importantes en el actual orden mundial.
Aunque Jimping es el presente y Kissinger el pasado, el gobierno chino muestra el nivel de importancia que le otorga a un hecho tan relevante que cambió la historia de esa nación catapultándola, cuatro décadas después, a un nivel de superpotencia global.
Con la visita “sorpresa” de Kissinger a China y las atenciones recibidas, Xi dijo: “Nunca olvidaremos a nuestros viejos amigos, y nunca olvidaremos su contribución histórica al desarrollo de las relaciones entre China y Estados Unidos y la mejora de la amistad entre los dos pueblos”, se envía así un metamensaje muy claro que es: privilegiamos las relaciones económicas por encima de cualquier diferencia ideológica. En eso, los chinos han sido artífices de un pragmatismo puro que les ha llevado a un crecimiento continuo de su economía y ahora con un estatus más elevado en materia de política global.
Estados Unidos ha tratado de recrear los equilibrios en la geopolítica global. Con Australia, Corea del Sur, India y Vietnam ha tratado de ralentizar el desarrollo chino para llevarlo a niveles de tolerancia. Pero China ya no es la misma de la década del 70. Ahora tiene un peso mundial mucho más grande para lo cual está ubicando sus espacios geoestratégicos. Con la visita de Kissinger se suman otras como las de Bill Gates, Antony Blinken y Janet Yellen en las últimas semanas que ponen en “escena” una diplomacia que está jugando muy duro en el escenario global. Ojalá esta visita simbólica de Kissinger ayude a recomponer el orden mundial, un poco alterado por estos tiempos.
Piero Trepiccione es politólogo y Coordinador del Centro Gumilla en el estado Lara. @polis360
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