El negocio de contrabandear aves a Trinidad y Tobago

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«A veinte dólares. Eso se vende a veinte dólares». Esa es la frase que se desprende de la boca de un vendedor de aves que ha entablado una relación comercial-ilegal con ciudadanos de Trinidad y Tobago, quienes frecuentan tres de los cuatro municipios del estado Delta Amacuro en busca de estos animales.

El municipio Pedernales, ubicado al norte del estado Delta Amacuro, guarda una cercanía con la población indígena de Mariusa, una isla del mismo nombre que forma parte de la reserva de biosfera Delta del Orinoco.

Mariusa es una zona residencial warao, a tres horas de Tucupita. Al bordear la costa desde Pedernales se puede tener contacto con el municipio Antonio Díaz, zona fluvial y de vasta selva que colinda con el océano Atlántico. En ese triangulo operan grupos irregulares dedicados, entra otras actividades, al contrabando de aves hacia Trinidad y Tobago y otras islas del Caribe.

Nuestro interlocutor, es una de las personas que forman parte de la red, cuya responsabilidad es hacer contactos previos que permitan el ingreso, la compra y extracción rápida de varias especies protegidas de la fauna silvestre. Todo ocurre en cuestión de dos o tres horas.

Foto: Archivo.

Las aves ganan mayor cotización al ser puestas en Pedernales o en su defecto en Mariusa, desde donde se observa la luz artificial que emite el interconectado eléctrico de la isla de Trinidad durante las noches.

Hasta 100 dólares por un ave

«Mira ve, aquí en Tucupita un buflinche puede costar 30 dólares, pero si lo llevas a Pedernales o Mariusa, cuesta 45 dólares, y en Antonio Díaz, lo compran en 15 dólares», dice nuestro interlocutor que simplemente es una pieza más en la vasta red de contrabandistas de aves.

El menor costo del contrabando de aves ocurre en el municipio Antonio Díaz, debido a la cercanía con la isla de Trinidad y la poca presencia de vigilancia por parte de la Armada Venezolana.

En noviembre del 2017, Joel Dicurú ejercía como coordinador de la oficina del Minea en Delta Amacuro y reveló que las aves contrabandeadas a la isla de Trinidad, ganaban mucho valor y alcanzaban los 100 dólares, pero ese valor podía aumentar en otros territorios internacionales.

Junto al buflinche, la demanda de aves alcanza a los loros reales y los ya casi inexistentes guacamayos rojos, cuyo valor supera los 55 dólares. Esta ave ya no se observa en la selva del Bajo Delta, sino en la reserva de biosfera y en números muy contados, cuando en la década de los años 90 era común divisarlos en los árboles y en grandes colonias.

Trágico antecedente

Uno de los casos de mayor impacto en la sociedad deltana ocurrió en noviembre del 2017, cuando 70 aves buflinches amanecieron muertas estando bajo resguardo del Ministerio de Ecosocialismo y Aguas, sede Tucupita. Estas aves habían sido decomisadas por efectivos de la GNB un día antes.

Tras el incidente, representantes del Ministerio de Ecosocialismo y Aguas, argumentaron que el procedimiento de decomiso de las aves fue notificada al organismo de forma tardía.