La Organización Internacional del Trabajo (OIT) estima que unos seis millones de menores de edad sufren explotación laboral en América Latina, desempeñándose en trabajos peligrosos.
En total, alrededor de 10.5 millones se encuentran en situación de trabajo infantil, es decir, el 7,3% de la población regional de 5 a 17 años de edad.
La esclavitud infantil se da sobre todo en el sector agrícola, aunque no es solo un problema rural. La minería, los basureros, el trabajo doméstico, y la pesca son otros sectores de alto riesgo para los niños y las niñas.
En muchas familias latinoamericanas, el trabajo infantil se acepta como un ingreso adicional. Sobre todo en las comunidades que dependen de la agricultura, muchas veces es visto como una tradición.
«Algunas actividades pueden ser consideradas parte de la formación y socialización de sus integrantes, lo que relativiza los riesgos y peligros que pueden entrañar para el desarrollo y la seguridad de niños, niñas y adolescentes», se lee en la página online del Programa Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil (IPEC, por sus siglas en inglés), de la OIT.
Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), Brasil, México y Perú son los países latinoamericanos donde el trabajo infantil es más frecuente en números absolutos; en términos porcentuales, los países con mayor prevalencia de trabajo infantil son Bolivia (26,4%), Paraguay (22,4%) y Perú (21,8%).
Con información de Deutsche Welle.