Miedo y ansiedad. Eso siente Jaime Lorenzo en medio de la pandemia COVID-19.
El miedo es básicamente porque sabe con precisión las consecuencias de lo que puede hacer el virus en nuestros cuerpos y la poca capacidad, en cuanto a equipos de protección, que tienen los equipos médicos de Venezuela para atender pacientes.
Los ataques de ansiedad le dan cuando cae en cuenta que cualquier día puede regresar a su casa con la enfermedad. Que cualquier día podría contagiar a sus familiares más cercanos sin siquiera darse cuenta. Que cualquier día podría pasar lo peor.
Lorenzo es Director Ejecutivo de Médicos Unidos de Venezuela, una ONG que nació de la protestas por la falta de insumos médicos en el país, pero que ahora se encarga de documentar cómo afecta el coronavirus a los galenos venezolanos, especialmente cuando se enferman y lamentablemente fallecen.
Por ejemplo, este 9 de diciembre se reportaron 10 fallecimientos, con lo que la cifra de muertes de profesionales sanitarios se elevó a 282.
Cuando se le pregunta qué es lo más difícil de documentar la crisis que padecen sus colegas en medio de la pandemia, afirma que es la rabia e impotencia de ver cómo mueren compañeros de trabajo, o incluso que estudiaron en las mismas universidades que él, por situaciones que pudieron evitarse.
“La muerte forma parte de la vida. Pero la muerte que se pudo haber evitado duele más porque se une a la rabia y la impotencia”, expresa.
Cuando a principios de 2020 se confirmó la pandemia, ningún país estaba preparado para hacerle frente. Una pandemia en pleno siglo XXI era prácticamente impensable. Pero ocurrió y una encuesta realizada entre el 28 de febrero y el 1 de marzo confirmó lo que se esperaba: Venezuela estaba menos listas para enfrentar la enfermedad que las otras naciones. Había incapacidad de servicios de apoyo, laboratorios y radiologías en situaciones precarias y las salas de terapia intensivas no estaban preparadas.
“Fue terrible”, dice Lorenzo sobre la encuesta.
Para él, uno de los peores sentimientos que puede generarse en este contexto, es darse cuenta de la incapacidad para dar una respuesta adecuada, no solo a los ciudadanos, sino también a los equipos de hospitales y clínicas, que no solo se reducen a médicos y enfermeras.
“El equipo de salud no es el médico y la enfermera solamente; somos varios profesionales y personas que conforman ese equipo, porque si la camarera no limpia bien las salas, esas áreas van a tener una alta concentración de virus y podemos contaminarnos. Si el vigilante o el camillero no cuentan con equipos de protección, ellos también se van a enfermar y van a enfermar a sus familiares”.
La migración masiva también influye. Debido a las precarias condiciones para ejercer como médicos y los salarios mensuales que están por debajo de los 10 dólares, muchos profesionales de la salud han renunciado para dedicarse a otros trabajos e incluso irse del país.
A ello, Lorenzo le agrega otro detalle y lo hace con un tono de ironía: “el COVID-19 no curó ni a los pacientes oncológicos, ni los hipertensos, ni los diabéticos”.
Por ello siente impotencia. Siente impotencia cuando ve anuncios oficiales “que muestran que todo está bien cuando la realidad es otra”.
“Nuestros ciudadanos se olvidarán de las condiciones mínimas de protección y habrá mayor cantidad de enfermos”, reflexiona sobre los mensajes gubernamentales que venden tranquilidad.
Y entonces mira el inicio diciembre a partir de los anuncios de completa flexibilización. Prende las alarmas. Porque aunque entiende que este tipo de situaciones se toman desde un punto de vista sociopolítico y socioeconómico, recuerda que Venezuela tiene un sistema de salud con un nivel mucho más inferior que el de países como España, donde el coronavirus está arrasando con miles de muertes. Eso sin contar que, según él, las pruebas rápidas ya no se están haciendo.
“Invito a cualquier persona a que vaya a hacerse una prueba rápida en cualquier centro de salud. La respuesta será: ‘no, no tenemos material’”, expresa.
Destaca también que el Gobierno de Nicolás Maduro no se ha reunido con las diferentes cámaras de producción y comercio para establecer protocolos adecuados para garantizar las medidas mínimas de bioseguridad en esta etapa de flexibilización decembrina.
“Venezuela no será diferente a otros países en cuanto a números de fallecidos”, dice. “Y ojalá nos equivoquemos en esa apreciación”, agrega sin ningún tipo de optimismo.