Jorge, como le gustaba que lo llamáramos, tenía 79 años de edad, 61 años de jesuita y cumplió hace unos meses 50 años de sacerdote.
Jorge fue un hombre sencillo, visionario y emprendedor. Un gran Jesuita, un gran hermano y un gran maestro al servicio de la Iglesia, la Compañía de Jesús y los más pobres.
Nuestro Jorge fue director de Fe y Alegría en República Dominicana, Coordinador General de la Federación Internacional de Fe y Alegría y Presidente de la Conferencia de Provinciales de la Compañía de Jesús en América Latina y el Caribe, entre otras muchas misiones apostólicas.
Te damos gracias Papá Dios por regalarnos a Jorge, hoy regresa a tu casa desde su Cuba natal.
Agradecemos su vida de entrega, compromiso y amor.
Desde su Cuba querida
Por su parte, el Provincial Superior de los jesuitas en Cuba, P. Martin Lenk, sj, difundió una carta informando sobre la despedida repentina de Jorge. Acá la compartimos.
«Queridos compañeros falleció esta madrugada en la Ciudad de La Habana el P. Jorge Cela. Todo indica infarto fulminante. Hace una semana había regresado de Santo Domingo y estaba haciendo la cuarentena en su comunidad.
No se trata de coronavirus, recientemente le habían dos PCR y todo estaba bien. En el día de ayer el P. David Pantaleón conversó con él un par de veces por teléfono planificando unas reuniones. Su cuarto estaba ordenado. Sobre la mesa se veía que había estado trabajando en algunos documentos. Le llamó a las 3:50 am esta madrugada diciéndole que se sentía muy mal. Lo encontraron recostado y como dormido. Así falleció.
Jorge tenía 79 años de edad, 61 años de jesuita y cumplió hace unos meses 50 años de sacerdote.
Con dolor y consuelo damos gracias a Dios por su vida de entrega y amor.
El entierro será hoy mismo en La Habana. Más tarde se darán los detalles.
Que el Señor lo reciba en su alegría y su gloria. Recordémosle de una forma especial en la Eucaristía de hoy primer domingo de adviento, en el cual esperamos la llegada del Señor.
«Todos vuelven a la tierra en que nacieron.
Al embrujo incomparable de su sol. Todos vuelven al rincón de donde salieron.
Donde acaso floreció más de un amor»