Feliciten a Caracas por Zoom

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Cortesía.

Hace cuatro meses de este tornasol negro de días estaba yo con los somnolientos madrugadores del Metro. Se me hace insólito escribirle hoy unas líneas a Caracas en su cumpleaños 453, cuando acatamos una obligada cuarentena.

Antes de los días sin cielo, subiendo por la calle donde trabajo, se confundían el perfume del aceite para dorar las empanadas con el del jugo de naranja recién exprimido, volvía la sequedad de gasolina y la COVID-19 era una noticia lejana con voz de eco que pasaba inadvertida.

En la oficina consultábamos a expertos sobre esta epidemia que amenazaba con tragarse al mundo por un buen rato y, en un parpadeo, nuestros países vecinos empezaban a reportar muertos en las calles por la enfermedad. Colapsaron los hospitales.

Mientras eso ocurría cientos de venezolanos se exiliaban de su exilio y regresaban a la crisispatria. Pero los golpes de realidad quizás vinieron con el anuncio de los primeros casos de Coronavirus en marzo, luego, el 21 de ese mes, la primera muerte como consecuencia del virus.

En ese contexto las colas tomaron las farmacias. Se hacían filas desordenadas para adquirir el alcohol, el gel antibacterial y los tapabocas, que de sopetón no aparecieron más en las estanterías. Afuera, los buhoneros del boulevard lamentaron que la gente apenas se acercaba allí para realizar algunas compras, más que por acatar una orden de confinamiento, por el pánico de contagiarse y ser aislado en el cuarto país del mundo con la mayor inseguridad alimentaria.

Por las noches empezaron a hacerse más frecuentes los acapela de “¡ay! qué noche tan preciosa, es la noche de tu día, todos llenos de alegría en esta fecha natal”, desde las cuatro paredes de los apartamentos.

Y esa canción también se la cantarán a Paulina por su cumpleaños, una vecina del piso cinco, que apenas tiene ocho años y su mamá, su abuela y su hermano le picarán una torta, a la que su papá Ramiro, quien emigró a Chile el año pasado, no faltará por videollamada desde Zoom, una aplicación que permite reuniones virtuales. Tampoco desaprovecharán de felicitar a la niña sus tíos en Perú y unos primos en México.

A Paulina nunca se le olvidará este cumpleaños en cuarentena, sin abrazos, ni besos, nosotros tampoco. Es otro año en el que no podremos celebrar tu fundación, en las plazas, como tanto te gusta Caracas, porque seguramente estaremos viendo cómo hacemos para sobrevivir sin agua, sin gas doméstico ni gasolina.

¿Que si he tenido temor a que el confinamiento se instale para siempre y pase a formar parte de nuestra sombra? Pues simplemente está ocurriendo, sin embargo, como en la cárcel, no hay nada que salve más que el trabajo intelectual intenso, sentirse útil.

Es el tiempo de asimilar la inmovilidad como la única áncora a la que aferrarse, esa y a las herramientas tecnológicas que nos acercan a nuestros seres queridos para darles nuestras felicitaciones más sentidas.

En este aniversario te recordaremos con tus atardeceres de naranja, pidiendo que la conexión no se caiga para poder felicitarte por Zoom, Caracas.