En su acostumbrada oración dominical desde la plaza San Pedro en Ciudad del Vaticano, el papa Francisco exigió a la comunidad internacional un compromiso mucho mayor para lograr la paz y la reconciliación en el sufrido Haití.
Con la frase “no olvidemos nunca nuestras hermanas y hermanos haitianos, el máximo líder universal de la Iglesia católica dijo estar “siguiendo la dramática situación en Haití, donde continúa la violencia contra la población, obligada a huir de sus hogares en busca de seguridad en otros lugares, dentro y fuera del país”.
También exhortó “a que con el compromiso de la comunidad internacional, sigamos trabajando para construir la paz y la reconciliación en el país, defendiendo siempre la dignidad y los derechos de todos”.
Haití, una nación ubicada en El Caribe, está sometida desde hace años en una cruenta espiral de violencia protagonizada por diferentes pandillas criminales, lo que que originó una severa crisis política, institucional, social y económica, sumiendo al país en un profundo colapso.
A principios de esta semana, la Organización Internacional de Migración alertó que esta caótica situación produjo el desplazamiento interno a más de 700 mil personas, colapsando los servicios públicos en su capital Puerto Príncipe y otras ciudades de las provincias.
Según datos de la organización la mitad de las personas desplazadas en Haití son niños, que junto a sus padres son obligados a huir debido a la desastrosa situación humanitaria y a la violencia generada por las pandillas.
Las 702.973 personas desplazadas que la OIM contabilizó para el mes de septiembre personas desplazadas, suponen un aumento del 22% respecto a la situación en el mes de junio.
“El fuerte aumento de los desplazamientos subraya la necesidad urgente de una respuesta humanitaria continuada”, declaró Gregoire Goodstein, responsable de la OIM en Haití, y quien agregó que instan a la comunidad internacional “a que refuerce su apoyo a las poblaciones desplazadas de Haití y a las comunidades de acogida que siguen demostrando una extraordinaria resiliencia ante estos desafíos”.
Según esta agencia adscrita a la ONU para temas de migración alrededor del 75% de las personas desplazadas terminan llegando a las provincias del país, con lo cual otras ciudades importantes del país se van quedando desoladas, mientras que el otro 25% se va alojando en la capital, Puerto Príncipe.
La OIM señala que los desplazados arriban a lugares que generalmente están sobrepoblados, con poco o ningún acceso a los servicios básicos.
Las comunidades de acogida “siguen pagando el precio de esta”, reiterando la organización que son familias las que acogen al 83% de los desplazados, muchas de ellas señalando “dificultades importantes como escasez de alimentos, instalaciones de salud sobrecargadas y falta de suministros esenciales en los mercados locales”.
La situación de seguridad en Haití sigue siendo crítica, pese a la llegada de la Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad (MMAS) dirigida por Kenia.
Las carreteras nacionales permanecen ocupadas por las pandillas, que controlan la gran mayoría de la capital.
Por su parte, el Servicio Jesuita para los Refugiados de América Latina y El Caribe considera que esta situación forma parte de un racismo estructural constante en Haití.
Los religiosos jesuitas señalan, a través de Instagram, que son necesarios procesos de #reconciliación y #hospitalidad que inviten a abordar las causas que obligan a las personas #haitianas a desplazarse.
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