A pesar del decreto municipal en Maracaibo, que prohíbe el servicio de transporte público como medida de prevención contra la COVID-19, en la ciudad se instalaron paradas improvisadas de carros y autobuses en el sector Santa Rosalia, ubicado en el casco central de la ciudad.
Esto ocurre ante la presencia de funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana y la Guardia Nacional Bolivariana.
Según un hombre que ejerce la función de «fiscal» en una de estas paradas, los choferes deben «bajarse de la mula» hasta con 400 mil bolívares en efectivo para que les permitan trabajar.
Anteriormente, dichas paradas funcionaban en todo el perímetro de la avenida Libertador, lugar donde queda ubicado el Mercado «Las Pulgas», cerrado por ser foco de contagio de la COVID-19. Igualmente, las rutas de acceso a este mercado están restringidas y custodiadas por funcionarios de seguridad.
Estas rutas operan desde las 7:00 de la mañana hasta las 2:00 de la tarde. El costo del pasaje varia entre 150 mil y 250 mil bolívares, incluso hay quienes reciben dólares como forma de pago del pasaje.
El transporte no alcanza
Al iniciar la cuarentena, la alcaldía de Maracaibo dispuso de 80 autobuses azules, mientras que la gobernación del Zulia incorporó los buses MetroMara para hacer cumplir las medidas preventivas. Sin embargo, los usuarios deben esperar hasta 3 horas a que llegue una unidad.
Por su parte, los dueños de vehículos particulares manifiestan que trabajan como transportistas «por necesidad», para poder llevar la comida a sus hogares.
Aunque se observan usuarios y chóferes con mascarillas, algunos las tienen guindadas en el cuello sin cubrirse ni la boca ni la nariz, y el distanciamiento social no se cumple. Esto expone a las personas a contraer el virus.