El mundo ha experimentado cambios demasiado extremos en tan poco tiempo; especialmente, en el desarrollo de la ciencia y la tecnología. Este fenómeno no ha tenido parangón en ninguna época histórica de la humanidad.

Ninguna civilización, por avanzada que fuere, logró dar saltos cuánticos tan certeros y tan concentrados. Todo esto ha impactado con ciertas particularidades, las formas de comunicación entre los seres humanos, tanto entre sí como con sus gobernantes y líderes.

Esta última particularidad asociada al desarrollo tecnológico, que ha potenciado las comunicaciones en general, ha venido cambiando las tendencias electorales. Estamos siendo protagonistas de modificaciones sustanciales en los apoyos políticos y el fervor popular. Y en un año donde tendremos elecciones en más de 70 países alrededor del mundo y con más de cuatro mil millones de personas llamadas a sufragar, seguramente se visualizarán mejor los impactos de la nueva fenomenología de las comunicaciones.

Ya hemos vivido triunfos emblemáticos en la política mundial que reflejan los cambios en los patrones comunicacionales. Donald Trump (EE.UU.), Emmanuel Macron (Francia), Giorgia Meloni (Italia), Nayib Bukkele (El Salvador), Javier Milei (Argentina) y Luis Abinader (República Dominicana), son algunos de los nombres, de los más conocidos, que desde la construcción de narrativas directas y con “pegada popular” lograron impactar a la opinión pública por encima de las tradicionales maquinarias partidistas.

Con 2024 a la vista y más de setenta procesos comiciales, vamos a ver qué tanto cambiará la forma de hacer política para ser beneficiado del apoyo político.

Victoria en elecciones

Para ganar elecciones no basta hacer las mismas cosas que siempre se han hecho. Hoy día hace falta mucho más. Y uno de los aspectos esenciales que destacan en el proceso de relacionamiento con la opinión pública, pasa por “mostrar” un tipo de personalidad que vaya más allá del “carisma” histórico como nos lo describió acertadamente Max Weber.

Este nuevo “carisma” trasciende las cualidades físicas del líder. Su sonrisa, su tono de voz, su presencia y gestualidad deben ser combinados con un formato de personalidad irreverente que hable directo y despierte “pasiones”, a partir de la construcción de relatos que inspiren acciones de cambio con naturalidad y eficacia.

Los tiempos discursivos en este “cambio de época” son muy cortos y, además, están asociados a la “imagen” que se proyecta. Cinco o seis minutos garantizan el tope de atención de una sociedad que descarta rápidamente, un video que supere ese tiempo. Aprender a “vender” ideas e ilusiones en uno o dos minutos en un audiovisual es clave para potenciar un buen posicionamiento y tener mejor “pegada” electoral.

Aunque el contacto directo con las personas y los actos públicos incorporan motivación a una campaña electoral, si no vienen previamente orquestados con una narrativa épica construida estratégicamente, difícilmente se podrán articular apoyos sólidos y contagiosos en términos masivos.

Se acabó el tiempo de las campañas electorales improvisadas. De la intuición o el olfato político únicamente. Hoy día hay que cuidar demasiados detalles. La famosa “jaula de cristal” descrita por Carlos Matus en la década de los noventa se quedó corta.

El político de estos tiempos, está sobreexpuesto a las redes sociales y cualquier paso en falso puede significar el fin de su desempeño en la carrera electoral. Para ganar elecciones en este “cambio de época” se necesitan asesores para afianzar la estrategia y para saber comunicarla.

Lejos quedó aquella máxima que decía que “había que ponerse las alpargatas” para enfrentar con rigor el baile del “joropo”. Hoy no bastan “las alpargatas” puedes perder incluso si te las pones. Vale más el cerebro emocional que el movimiento único de los pies para ganar.

En 2024 seguramente veremos volcadas por más de setenta países, las “fábricas de sueños” desarrolladas en historias directas y certeras que los candidatos intentarán comunicar. También Venezuela estará enmarcada en ese proceso donde los discursos “engominados” o “ideológicamente” pesados perderán seguramente el fervor popular y serán apartados de la historia.

Piero Trepiccione es politólogo y Coordinador del Centro Gumilla en el estado Lara. @polis360

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