Grandes problemas requieren voluntad, formación y plan

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Foto: Archivo.

Todos sabemos que hay una gran diferencia entre una sopa instantánea, esa que viene en un sobrecito y en 10 minutos está, que podrá quitar un poco el hambre, pero que alimenta poco, y un sancocho de esos criollos, con bastantes verduras, con pollo, o con costillas. Este segundo, apetitoso siempre, requiere su tiempo de elaboración, picar los diversos ingredientes y tener la paciencia para que esté espesito. 

Dirán que tiene que ver una sopa de sobre y un sancocho en una columna destinada a promover la convivencia y que suele encarar problemas del país. Me van a perdonar lo coloquial del título, pero se me ocurrió a ver que esta semana trágica en Venezuela, no sólo por el drama de Las Tejerías, en Aragua, sino también unos cuantos municipios del país. Se enfrentan esas tragedias una vez que pasan, se recogen escombros, se medio limpian las calles, a veces se recuperan cuerpos de víctimas, acciones inmediatas, necesarias, pero no las únicas que deberían hacerse.

Pensaba en una pregunta que me hizo una periodista de Nuevas Esparta, al señalar su preocupación por el crecimiento de la violencia interpersonal en este estado, antes paraíso en ese sentido, y ahora hasta con un capítulo del Observatorio Venezolano de Violencia. “¿se puede hacer algo para parar tanta violencia desde el hogar o la escuela?”. ¡Pues claro, a eso me dedico en gran parte! Pero le advertía que no era cosa de recetas instantáneas, de un día para otro, con un par de acciones. Se necesita, en el hogar, por ejemplo, formar a las madres y a los padres, para sepan enseñar con el ejemplo, enseñarles que los niños de 0 a 7 años, aprenden por modelaje; se requiere, además, enseñar a las familias a resolver sus conflictos por vía pacífica, a corregir a los hijos sin maltratarles. O sea, se necesitan herramientas y la voluntad de querer vivir en paz y no en medio de la violencia. En las escuelas igual. En Fe y Alegría tenemos unos cuantos casos de centros educativos ubicados en comunidades muy pobre y con presencia de bandas delincuenciales muy violentas, y sin embargo esos colegios, con decisión, formación, herramientas, plan y perseverancia, han logrado revertir climas violentos que incluso arropan a la comunidad. No hablo de acciones un par de semanas. No hablo de una sola dimensión en la prevención y en el abordaje. Y con participación de todo el personal. Nada de sólo el Director o directora. Educar para la paz y para la ciudadanía, es un eje del proyecto educativo de Fe y Alegría. Volviendo al título coloquial, un sancocho con muchos ingredientes y que requiere paciencia.

Y pasando a las tragedias en el país, a raíz de las intensas lluvias, no sólo en Aragua, cuando se celebra el Día Internacional para la Reducción de Desastres, los expertos ambientalistas insisten en la necesidad de avanzar hacia un país con capacidades para prepararse y afrontar esos eventos extremos que se convierten en dramáticos desastres. En Venezuela hay profesionales que defienden el ambiente, que perfectamente pueden contribuir a detener o aminorar desastres. También hay gente capaz con conocimiento para manejar los temas y acciones de torrentes y conservación de cuencas, pero hacen falta políticas de estado e inversiones para ello.  Conocimiento y política de gestión de riesgos, subrayaba en estos días Alejandro Álvarez Iragorri. Sobre el desastre, ecocida del estado Bolívar, ambientalistas   como @clima_21, llevan años alertando sobre el daño que el Arco Minero Orinoco está ocasionando en esa zona rica y vulnerable. Organizaciones ambientalistas han producido trabajos científicos, han lanzado sus datos, por ejemplo, sobre la deforestación del estado. No se necesita más que abrir los ojos y ver los cráteres que la explotación de oro está dejando en esos maravillosos ecosistemas. El papa Francisco lleva tiempo urgiendo a todos que cuidemos la Casa Común, su encíclica Laudato Si es una bella forma de recodarnos que el planeta lo estamos acabando, y el deterioro ambiental genera víctimas. Todo líder político hoy, todo funcionario con poder para tomar decisiones, debería leer esa encíclica, pero si no le da nota leer al Papa, acuda al menos a los expertos del país. 

Necesitamos pues voluntad, herramientas – formación – y plan, que se cumpla, para enfrentar los grandes problemas del país. Nada de maquillaje o medidas de unos días.