Guaros pernoctan y a veces, consiguen gasolina

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La primera semana con el nuevo esquema de gasolina terminó tal y como comenzó: con más preguntas que respuestas.

¿En bolívares o dólares? ¿Llegó la gandola? ¿Cuántos rezagados hay? ¿Se fue la luz? ¿Tiene planta?

Los que menos sufrieron castigo fueron los del primer día, el lunes 1ro de junio, pues las gandolas de Pdvsa comenzaron su desfile por la ciudad el fin de semana anterior, con lo que muchos conductores se entusiasmaron ante la idea de volver a tener algo de normalidad de vuelta y combustible en sus carros.

Las colas en Barquisimeto sobrepasan los 2 kilómetros. Foto: Radio Fe y Alegría Noticias

Pero el tablero cambió a partir del martes.

No hubo gandolas que repusieran el combustible ya distribuido. La planta de llenado de Maporal, ubicada en el municipio Simón Planas, no estuvo habilitada, por lo que el transporte debía traer la gasolina por tierra desde la planta de Yagua, en el estado Carabobo.

“Son unas cuantas horas de viaje para nuestras cisternas, más la cola para llenar los tanques lo que demora el despacho del combustible”, expresó la gobernadora Carmen Meléndez el miércoles 03 de junio.

Dormir fuera de casa

Fue por este panorama nada alentador que Alberto Velásquez tuvo que irse el martes a las 5:00 de la tarde a hacer la cola en una estación de servicio del municipio Palavecino, en Cabudare, la ciudad dormitorio de Barquisimeto.

Se preparó con poco, pues imaginó que la gasolina llegaría en la mañana del día siguiente y podría surtir antes del almuerzo.

Pero su hijo Luis le llevó no solo el desayuno y el almuerzo, sino también la merienda y la cena de un segundo día. Su padre, hipertenso y ya cansado de sus años de trabajo, salió a las 7:00 de la noche del miércoles.

El «kit» con el que muchos se preparan para la pernocta. Foto: Radio Fe y Alegría Noticias

Guillermo Herrera no tuvo quien le llevaran las comidas. Vive solo. Cada hijo marcó su propio camino hace tiempo, así que, como todo adulto rebelde, se fue sin mayores provisiones a hacer la cola desde las 10 de la noche del jueves.

Pero aún en los peores escenarios, los guaros no se doblegan. Son ese pueblo noble que sabe ser grande, como lo dicta el himno del estado Lara. Él escogió una estación de servicio cuya cola puede llegar a alcanzar los 3.5 kilómetros de longitud.

Y allí, donde Google Maps marca el 3.5, Guillermo empezó a hacer la cola que transita por zonas residenciales. Desde las mismas casas por las que él se estacionó, salieron vecinos a entregar arepas rellenas y café para aliviar la espera de los conductores.

Luego, más adelante, otros en la misma espera le compartieron de sus propias provisiones, como quien comparte el peso de la incertidumbre para hacerla menos agobiante.

Guillermo regresó a su casa al día siguiente. Se dio un baño, comió y luego se acostó. Par de horas después llegó el racionamiento eléctrico de la noche, por lo que ya cansado del encierro, salió a compartir con sus vecinos su travesía para conseguir 40 litros de gasolina.

Negocios parados

Lucy Giménez tiene una empresa de manufactura de calzado para niñas y damas que ha estado paralizada todo lo que va de cuarentena social en el país porque no tenía gasolina para movilizarse.

Este viernes se juntó con otros vecinos y llegaron a las 2:00 de la madrugada a la estación de servicio La Pastora, en la avenida Las Industrias de Barquisimeto.

Los carros ahora lucen el número que les tocó en la cola. Foto: cortesía

Tras 9 horas de cola, la estación comenzó a surtir aunque la marcha de los vehículos iba a paso mínimo. Tuvieron que esperar que el dueño llegara, luego de las 10:00 de la mañana para comenzar el proceso de cobro de la gasolina.

Estando allí, comentó a Radio Fe y Alegría Noticias que solo le quedaba «esperar, esperar. Más nada. Pidiendo a Dios que llegue la gasolina para poder surtir».

Fue todo un día perdido, no solo para intentar reactivar su negocio, sino para atender su casa y a sus hijas, a quienes tuvo que dejar solas para no someterlas a tan estresante espera bajo las altas temperaturas de la ciudad musical.

«Es un engaño eso de que en cuanto la gasolina llegara, no nos iba a faltar el servicio, que todos íbamos a tener. Sin este servicio no podemos salir a trabajar, no podemos tener una vida diferente, como la que llevábamos antes», exclamó bajo el inclemente sol.

Esos 40 litros que iba a poder surtir «ahora tienen que alcanzar para muchísimo porque comprar gasolina a 0,50, aunque es razonable con respecto a 2 dólares. Es complicado porque en este momento no estamos produciendo. El país está paralizado».

Las historias de Alberto, Guillermo y Lucy se repiten en cientos de guaros que tuvieron que madrugar o pernoctar, esperando por más de 15 horas hasta que llegara -o no- la gandola con combustible, la señal -o no- para usar el Biopago.

Son anécdotas parecidas a las de Carolina, quien pasó 21 horas en este proceso, Alejandra, quien aguantó en la cola 9 horas para pagar 16 dólares en efectivo, o los hermanos Jesús y Segundo, quienes tienen 3 meses sin verse pero los une el hecho de haber perdido dos colas pues no alcanzó el combustible, aunque la tercera sí les fue la vencida.

Hasta remolcados se llevan los carros a las colas. Foto: Radio Fe y Alegría Noticias