La comunidad de Jiuston está ubicada en la parroquia Guajira, al norte del estado Zulia. Allí habitan 50 familias que enfrentan calamidades en cuanto servicios públicos se refiere.
La prolongada sequía y los días inestables obligan a sus pobladores a trasladarse de un lugar a otros en busca de agua.
Willy Montiel, habitante del sector, señaló con preocupación la situación que día a día deben enfrentar en medio de la pandemia. “Aquí necesitamos el agua. Muchas veces los camiones cisterna no llegan a esta comunidades, primero por los médanos, segundo porque muchas veces los vecinos no tienen para comprar una pipa de agua, por los que nos toca trasladarnos a otras comunidades y caminar un kilómetro hasta un pozo artesanal”, indicó Montiel
Maire González, quien vive a 900 metros de los pozos artesanales, aseguró que llegan a dedicarle hasta cuatro horas diaria a esta tarea.
“El agua del jawei se ve verde y huele mal, pero nos toca llevarla para preparar la comida y para lavar. A veces me duele la espalada por el peso de los envases que llevo en mi hombro”, relató.
La realidad de los residentes se hace más difícil por la falta de empleo. El aislamiento y el olvido al que han sido sometidos por el gobierno local, ha generado una incertidumbre a los que residen en esta zona. “Sin dinero y sin trabajo, ¿a dónde vamos a llegar con esta situación?”, se preguntó González.
De acuerdo a Cristel Fernández, el gobierno local no ha hecho nada para ayudar al pueblo. “Hay un mega camión que pasa cada quince días, pero no entra por el sector; tenemos que sacar los tanques hasta la avenida principal para comprarla y llevarlo en tobo y envases de plástico hasta nuestros hogares. Esto no es justo”, expresó.
En medio de la crisis las amas de casa salen a la línea fronteriza de Paraguachón en busca de ayuda alimentaria. Algunas veces corren con la suerte de conseguir quien los ayude en la Cruz Roja Maicao, en el departamento de la guajira colombiana.
“Es buena la ayuda que nos dan en el territorio colombiano. Hace unos días nos regalaron un bolso que contenía productos de aseo personal, estamos agradecido por esto porque comprarla en los comercios de la localidad es muy costoso”, acotó Fernández.
Vivir sin electricidad
“Contar con energía eléctrica es una fantasía”, dijo Rafael González.
Según él, “hemos pasado más de cuatro días sin luz. Tenemos que estar pendiente de los pocos cables que quedaron porque se los han robado. A esta situación los vecinos lo han remplazado por alambres de púas. Cuando se cae una guaya, nosotros mismos lo resolvemos porque desde años no vemos a Coorpoelec”, manifestó.
“No les importa”
Otra vecina del sector, aseguró que a los dirigentes municipales “no les importa nuestra necesidades”.
“Cuando los niños quieren leche, ordeñamos a las cabra y se prepara los alimentos. Aquí solo se usa un bombillo en las noches, de otra nos alumbramos con el fuego de la leña”, contó.