Mariela Ramírez, de la organización Dale Letra y activista de derechos humanos en el país, calificó como «muy grave la situación» que se vive actualmente en Venezuela a raíz de las recientes protestas que se han escenificado por «el colapso de los servicios públicos, la pulverización de los salarios, sobre todo en regiones más deprimidas como Yaracuy».
Ramírez precisó, a través de Radio Fe y Alegría Noticias, que el artículo 68 constitucional consagra el derecho a la protesta pacífica, sin armas, de lado y lado «pero nuevamente ha actuado un estado represivo, con armas de fuego, bombas lacrimógenas, y amenazas de las personas que han salido a manifestar».
Lamenta que este tipo de situaciones sean reiterativas pese a los informes de la Misión de determinación de hechos y de la Alta Comisionada para los Derechos «que reflejan detenciones arbitrarias, criminalización de las protestas, judicialización de los manifestantes», apunta Ramírez.
También le hizo un llamado a los políticos de oposición a no seguir haciendo convocatorias sin sentido. «Hay que organizar al pueblo y no lanzarlo a la calle reincidiendo en las mismas estrategias que no han dado resultados positivos en épocas anteriores».
A los ciudadanos les exhortó a mantener los canales pacíficos. Resalta que es importante mantenerse movilizados con responsabilidad, cuidando sus vidas.
Sobre este aspecto la defensora de derechos humanos invitó a aprender las lecciones de los anteriores ciclos de protestas. «Es clave que se convoque a la mayoría de las personas pero para eso deben ser cívicas y pacíficas».
En ese sentido, dijo que no hay protesta pacifica que funcione sin organización, sin planificación estratégica, sin objetivos planteados y sin garantías de seguridad. «No basta con trancar con una calle», apuntó.
Asintió que ninguna de las partes políticas puede resolver esta situación conflictiva sin que se alcance un acuerdo. Deben sentarse en una mesa de negociación para alcanzarconsensos electorales y buscar la legitimidad de todas las autoridades.
Propone ser «inteligentes y creativos para no caer en las provocaciones del gobierno» y a mantener los criterios de la solidaridad, fraternidad y el pacifismo en los reclamos de la gente.
Igualmente recomienda concebir la vita cotidiana como acto de protesta permanente a través de cantos, vestimentas, teatro de calle, el boca a boca, letreros y otras expresiones culturales.
En cuanto a las protestas de estos días en Yaracuy aportó que «no hay información precisa del número de detenidos. Si ha habido persecuciones a defensores de derechos humanos. A varios ciudadanos se les obliga a aceptar defensores públicos y no abogados privados».
Reitera que en el país hay condiciones de vida inaceptables y los ciudadanos tienen todo el derecho de protestar cívica y pacíficamente.