En el marco del XVI Encuentro de Constructores de Paz, celebrado este viernes en el Aula Magna de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), se llevó a cabo el panel Dr. José Gregorio Hernández: un defensor de la vida, constructor de paz e inspirador de la fe y esperanza.
El evento ofreció un espacio de reflexión sobre la figura del primer beato venezolano y su relevancia como símbolo de unidad y esperanza en medio de la crisis que atraviesa el país.
La actividad contó con la participación de tres expertos: Alejandro Marius, fundador de la Asociación Trabajo y Persona; Ángel Vizcaya, coordinador de la Casa Hogar Don Bosco; y María Isabel Giacoppini, coordinadora de la Cátedra Libre Dr. José Gregorio Hernández.
Principios para alcanzar la paz social
Marius destacó tres principios fundamentales del papa Francisco para la paz social que, según dijo, estuvieron presentes en la vida de José Gregorio: cuando la realidad se impone a la idea, el valor del tiempo sobre el espacio y la unidad por encima del conflicto.
“Cuando hacemos proyectos sociales, tenemos el gran riesgo —y, sobre todo, de cara a quienes financian los proyectos— de partir de las ideas y no de la realidad, y eso termina generando una violencia a la persona increíble”, advirtió.
Agregó que cuando se diseñan proyectos sin tomar en cuenta a las personas involucradas, incluso después de haber estado en el terreno y escuchado sus necesidades, se corre el riesgo de generar violencia en lugar de construir procesos de paz.
En ese sentido, resaltó que José Gregorio comprendió que el punto de partida debe ser la realidad, una actitud que asumió tanto en su vida científica como en su trato con los demás.
Sobre el segundo principio, Marius sostuvo que “vale más iniciar procesos que ocupar espacios” y mencionó cómo el médico de los pobres, lejos de buscar reconocimiento o posiciones de poder, invirtió su tiempo en cultivar relaciones de amistad y servicio. “El poder mal usado enferma y también genera violencia”, apuntó.
En cuanto a la unidad sobre el conflicto, resaltó que el beato venezolano no evitaba los desacuerdos, pero sí priorizaba el encuentro.
Recordó que durante la fundación de la Academia de Medicina, Luis Razetti insistía en una postura evolucionista y él, en vez de confrontarlo, simplemente dijo que «una academia tiene que tener espacio y posibilidades para distintas corrientes”.
El fundador de la Asociación Trabajo y Persona cerró su intervención subrayando que figuras como José Gregorio Hernández y la madre Carmen Rendiles son un regalo de esperanza para el país.
“Estamos carentes de referentes en nuestro país y es importante el ejemplo que ellos nos dan y nos invitan a cada uno de nosotros a hacer un camino de santidad”, concluyó.
“Testimonio vivo de la razón, la religión y el amor”
Ángel Vizcaya, representante de la Casa Hogar Don Bosco, manifestó que el beato José Gregorio Hernández representa el testimonio vivo de la razón, la religión y el amor, tal como lo enseñó San Juan Bosco, y que ese legado es el que transmiten día a día a los jóvenes de su comunidad.
“Nos permitió entender que la ciencia puede ir de la mano con la fe y con el aspecto religioso”, indicó el joven, quien consideró que ese amor con el que atendía a sus pacientes, de forma gratuita y con absoluta entrega, es una inspiración para todos.
En su ponencia, también dio voz a uno de los chicos residentes de la comunidad de Sarria, Abraham, quien describió a José Gregorio como un pilar y un ejemplo a seguir.
Vizcaya finalizó con un llamado a construir la paz desde lo cotidiano, empezando por quienes tenemos más cerca.
“El más necesitado puede ser nuestro vecino y a veces ni siquiera sabemos cómo se llama. Recordemos y tengamos presente, sobre todo, cuáles son las enseñanzas que nos ha podido dejar nuestro doctor José Gregorio y busquemos realmente apoyarnos los unos a los otros para construir la paz”, exhortó.
“No podemos hablar de paz si no tenemos paz interior”
Por último, María Isabel Giacoppini, coordinadora de la Cátedra Libre Dr. José Gregorio Hernández, enalteció en su ponencia la figura del beato como un hombre sencillo, profundamente humano y comprometido con su vocación médica como un verdadero apostolado.
Precisó que, sin proponérselo, su testimonio de vida ha trascendido generaciones y fronteras y hoy más que nunca se mantiene vigente.
A su juicio, hablar del médico de los pobres no solo se refiere a quienes carecen de recursos, sino también a todos aquellos que han perdido la salud, que es “el bien más preciado”.
“Es el apóstol de la paz y de la esperanza (…) ¿Por qué José Gregorio llevaba paz? Porque estaba en paz consigo mismo, porque lo más importante es construir nuestra paz interior. No podemos hablar de paz si no tenemos paz interior”, recalcó.
Esa paz interior, explicó que se nutría de la educación que recibió de sus padres y de su amor a Dios. Por ello, insistió en que la construcción de una sociedad pacífica comienza en la familia y en la escuela.
Añadió que su legado es a su vez una invitación a la inclusión y al respeto, porque atendía a todos sin hacer diferencias, sin excluir a nadie, con una sensibilidad profunda por el prójimo.
“Necesitamos formar niños y jóvenes que entiendan que la violencia no es el camino; el camino es la paz, y la paz se logra construyendo nuestra paz espiritual”, remarcó.
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