La cara de Rocío San Miguel

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Rocío San Miguel
Cortesía

La conmemoración del día internacional de los derechos humanos, este 10 de diciembre, fue el momento escogido para difundir las primeras imágenes de Rocío San Miguel, una figura relevante en el mundo venezolano de los derechos humanos y especialmente en el estamento militar. Ha sido una suerte de fe de vida de esta activista de la sociedad civil detenida ya por 10 meses.

Conocí a Rocío San Miguel hace más de dos décadas, como lo comenté en otro texto que publicó El Estímulo. La conocí cuando ella se acercó al Centro de Derechos Humanos de la Universidad Católica Andrés Bello. 

Acudió como víctima, para denunciar su despido injustificado entre las diversas arbitrariedades que se produjeron con la llamada “Lista Tascón”, por haber ejercido un derecho constitucional: sencillamente ella firmó, como tantos otros, una petición de que se activara un referendo revocatorio del mandato presidencial de Hugo Chávez.

A lo largo de estos años ella pasó de víctima a defensora de derechos humanos, y estudiosa, además, en un área sumamente susceptible para el chavismo, como lo es el poder militar.

El 9 de febrero de 2024, la fiscalía la convirtió nuevamente en víctima, por las violaciones a sus derechos básicos. Detenida, sin acceso largamente a sus abogados de confianza, incomunicada, acusada sin chance de defenderse. Presa sin que se haya probado, aún, nada en su contra. El mismo modus operandi de tantas detenciones políticas, como lo ha documentado la Misión de Verificación de los Hechos de la ONU.

En febrero de este año, antes de la ola masiva de represión que siguió a las elecciones presidenciales del 28J, la detención de Rocío San Miguel, reconocida defensora de derechos humanos tanto dentro como fuera del país, se constituyó entonces en un punto de inflexión.

Pasó a ser ella, lamentablemente, el primer caso de detención arbitraria de una figura prominente de la sociedad civil venezolana, cuando justamente la comunidad internacional demandaba (y demanda) que cese la persecución política dentro del país.

La decisión de mantenerla detenida, llegó al más alto nivel del gobierno de Nicolás Maduro. Cuando el alto comisionado de derechos humanos de la ONU, Volker Türk, pidió la libertad de Rocío, la reacción oficial fue cerrar la oficina en Caracas de esta dependencia especializada de Naciones Unidas, dejando en claro de que la defensora seguiría en prisión más allá del peso internacional de quien solicitara su excarcelación.

Desde entonces han transcurrido meses de aislamiento, de casi ninguna información sobre Rocío, de situaciones de chantaje y presión para sus familiares.

Hasta que llegó el día 10D. Bajo una supuesta filtración, que dado el control sobre este caso que tiene la fiscalía tal “filtración” fue un acto intencional de esa dependencia, se mostraron varias imágenes de Rocío San Miguel, una de ellas cuando era atendida por un médico, violando el derecho a su intimidad.

Posiblemente la que resultó más llamativa es aquella donde aparece esta valiente mujer sosteniendo una hoja de papel bond. Ella mira a la cámara con rostro y mirada inexpresiva, su cara notablemente avejentada. Obligada, sin duda, sostiene un cartel, sencillo, nada elaborado, muy al estilo del que deben sostener los secuestrados cuando sus captores quieren demostrar que las víctimas permanecen vivas.

Los bolsones debajo de sus ojos evidencian poco descanso, fatiga, mientras que la ligera contracción entre las cejas trasluce molestia, tal vez desazón.

La circulación de estas fotos de San Miguel, y en particular la que le muestra con el cartel que señala el día y la hora, y que tal “filtración” ocurra en una fecha emblemática como el día en que se conmemoran los derechos humanos, difícilmente puede ser una casualidad.

Es tal vez un mensaje con destinatarios específicos: las y los defensores venezolanos de derechos humanos. Es a éstos que esa foto les habla con un mensaje sin ambages, mírense en el espejo de Rocío San Miguel, bajo el chavismo no hay intocables. Esto es lo que termina por decir esta foto.

Este artículo de opinión fue publicado originalmente en El Estímulo

Andrés Cañizález es periodista y director de Medianálisis. @infocracia

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