Minerva Vitti, periodista, defensora de los Derechos Humanos, habla con enamoramiento, cual madre primeriza, de su bebé La Fuerza del Jebumataro: historias de despojo y fortaleza de la Venezuela indígena, pero tampoco tiene reparos en detallar el dolor y la indignación que le embargó durante el proceso de documentación.
“Fue cuando me acerco a cubrir la huelga de hambre que hacía el hermano Korta (José María Korta Lasarte) en 2010 por la demarcación de los territorios indígenas; la liberación del cacique yukpa, Sabino Romero Izarra; y la jurisdicción especial indígena. Sentí mucha rabia, mucha indignación al enterarme de su situación. Ese fue uno de los motivos que me impulsó”, cuenta Vitti.
El dolor no paralizó a Minerva, más bien motorizó sus ansias de seguir conociendo la cultura ancestral y aprendió a democratizar la interculturalidad, es decir, motivar a otros a informarse sobre la cultura de estos pueblos, aproximarse a ellos, no solamente de la carestía.
Otra razón que animó a Vitti en el camino fue descubrir que los pueblos indígenas ya no eran una fuente para ella “son rostros, son hermanos, amigos, personas a las que llego a su casa y me quedo a dormir. Ya ellos me invitan a sus asambleas. Son parte de mí”, sostiene la defensora de DDHH.
Podemos afirmar entonces que la periodista pasó de la impotencia de ver cómo se vulneran los derechos de los pueblos indígenas, a la gratitud, porque fueron estos que la recibieron con amabilidad. Tan es así que al día de hoy la tratan como a una más de su comunidad.
Es por ello que Minerva desea seguir aprendiendo de ellos, sobre todo, de su lenguaje; confiesa que tuvo un primer intento en conocer el idioma warao, también se involucró con las historias ancestrales de los pemones para tratar de entender su vinculación con el territorio.
Tejedora de chinchorros
En medio de la amena y luminosa conversación surgió la inocente pregunta ¿qué es el jebumataro? A lo que respondió con extrema amabilidad “es una maraca sagrada del pueblo warao y la usa el chamán para espantar los malos espíritus y la enfermedad. Yo le quise colocar La Fuerza del Jebumataro porque siento que queremos sonar esta maraca sagrada para alejar todo esto que nos trae muerte y tristeza”, sostiene Vitti.
El viaje narrativo se inicia precisamente con el relato La fuerza del Jebumataro, donde un chamán le transmite el conocimiento a su hijo antes de morir, también se cuenta la historia de una tejedora de chinchorros. Por supuesto que la impronta de la gastronomía indígena no podía faltar en las líneas escritas por Vitti, quien le dedica un fragmento al cachiri (una bebida fermentada) que sabe como atole o yogurt agrio.
Pese a las historias de despojo que hay en el libro y de la forma en que se ha tratado de invisibilizarlos durante años, Minerva asegura que ahora los pueblos indígenas no están solos “muchos activistas, periodistas, estamos trabajando de la mano con ellos”.
Los protagonistas de la obra son los: wayuu, warao, pemón, jivi, piaroa, yukpa, yekuana, eñepá, barí, sanema y hoti, asentados en Delta Amacuro, Bolívar, Amazonas, Zulia quienes alimentan de vivencias el relato de Minerva. Ella seguirá iluminando mentes con ungüentos y artilugios de la Venezuela indígena, escribiendo sobre otros pueblos ancestrales del país.