La injusticia también habita más allá de Venezuela

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Foto: Héctor Escandell Marcano

Estar aquí y escuchar al Secretario General de Naciones Unidas, Antonio Guterres en el Foro de la Paz de París, es absolutamente un privilegio. No escuchar de Venezuela en su discurso es desconcertante. El mundo no se inmuta y nosotros -los venezolanos- creemos que somos el centro del universo y no, no es así.

Foto: Héctor Escandell Marcano

Caminando por los puesticos del Foro me impresionó la cantidad de gente que trabaja al servicio de los descartados. Una experiencia de radio por Internet en medio del fuego cruzado de Medio Oriente, una alternativa para potabilizar el agua en África, una cruzada contra la corrupción policial en Honduras. En fin. Venezuela es uno más dentro de la bolita del mundo. Y dentro de esos otros países también hay gente preocupada y ocupada en transformar sus realidades.

Cuando estuve frente a frente con el Secretario General de la ONU, me provocó gritarle que el informe de Bachelet es verdad, que sí hay gente pasando hambre, que los hospitales sí están en terapia intensiva, que sí, que la desnutrición no es un invento de Cáritas. Que sí, Antonio, que sí. Pero no.

Me frenó su discurso y sus reflexiones sobre la necesidad de hacer redes. De tejer esfuerzos comunes para exigir a los gobiernos que hagan lo que tienen que hacer. Me frenó que París conmemoraba al soldado desconocido. El día del armisticio de la Primera Guerra Mundial. Me frenó el sufrimiento constante de los otros, de los que siguen en la guerra. De aquellos a quienes les explota una bomba en la pata de la cama el sábado en la mañana.

Me frenó la certeza de saber que nuestro sufrimiento y nuestro reclamo es tan igual y tan legítimo como el del resto del planeta que grita más igualdad y menos injusticia.

Soy venezolano y estoy en el París Peace Forum. No sé si soy el único, pero ayer, frente a Antonio Guterres, me sentí que era un país entero que lo miraba a los ojos y lo interpelaba por la Emergencia Humanitaria Compleja, por los presos, por los torturados, por los pacientes renales y por los niños del JM de los Ríos.

Su discurso se me cruzó con imágenes de nuestra cotidianidad y me recordó que la Paz no es la ausencia de conflictos sino la capacidad que tengamos para entendernos.

Día 1 del París Peace Forum. Seguimos.