Este martes 27 de septiembre Empresas Polar organizó el séptimo encuentro del ciclo de conferencias Regreso a Clases 2022-2023, donde los niños y adolescentes conversaron sobre el acoso escolar.
Menelí Salomón Carrasco Rondón, de 11 años de edad, estudiante en el Colegio Jesús Maestro de Fe y Alegría, afirmó que el acoso escolar es cualquier forma de maltrato físico, psicológico o verbal en el se agrede a un compañero con golpes e insultos. «Los participantes, frecuentemente, son los acosadores, el acosado y el testigo».
Juan Manuel Moros Guerra, de 13 años de edad, estudiante de los Institutos Educacionales Asociados El Peñón, complementó lo dicho por Menelí Salomón sobre la definición de acoso escolar, asegurando que es una agresión que ocurre entre dos compañeros de clases.
«No ocurre una sola vez, se va repitiendo en el tiempo. Una agresión reiterada», dijo Guerra.
Por su parte, Antonella Díaz, estudiante de la Unidad Educativa Don Cristóbal Mendoza, opinó que el acoso escolar tiene efectos negativos en la salud física, en el bienestar emocional y en el rendimiento académico de los niños y niñas, especialmente si dicha violencia permanece en el tiempo y en ese centro educativo.
Sofía Río Piñeiro, de 15 años de edad, también estudiante de los Institutos Educacionales Asociados El Peñón, dijo que las consecuencias del acoso escolar pueden ser temporales.
«Por ejemplo, una situación en la cual una persona experimenta (acoso escolar) durante su vida adolescente, y que durante la adultez no le vaya a afectar, pero puede perdurar en el tiempo y afectarle en su vida adulta», dijo Río Piñeiro.
Resaltó que para que haya un acto de acoso escolar se necesitan, mínimo, dos personas, pero cree que uno de los participantes más importantes son los testigos. «Al final de cuentas son ellos los que ven el acto y los que deciden si actuar o no. Imagínense un acto de acoso escolar entre dos personas, pero ¿Qué pasa si es de un grupo entero contra una víctima?».
¿Qué hacer si se es víctima de acoso escolar?
Sobre qué hacer si se es víctima de acoso escolar, o si se es testigo de que algún compañero, o compañera, es víctima de acoso escolar, Tania Ramírez Díaz, de 10 años de edad y estudiante del Colegio Jesús Maestro de Fe y Alegría, respondió que iría directamente a la oficina de dirección a hablar con un representante para que le ayude, «o también a mi compañera que está sufriendo acoso».
Por otro lado, Antonella Díaz, dice que no iría a dirección directamente, sino al lugar donde esté un representante o alguien que pueda hacer algo y no quedarse callada.
En el caso de Juan Manuel Moros Guerra, quien fue víctima de acoso escolar, dijo que no buscó ayuda de sus papás, o del colegio, pero después entendió que debía hacerlo.
«La busqué y pudimos resolver la situación con la ayuda del colegio, abordamos el problema. Le doy gracias a mi colegio que tiene una gran red de apoyo que me permitió resolver, y también a mis compañeros y alumnos del colegio», expresó Moros Guerra.
En otro sentido, Sofía Río Piñeiro, expresó que hay dos tipos de testigos: el activo y el pasivo.
Explicó que el pasivo es aquel que ve el acto y decide dar un paso atrás, no comentar nada, «o a lo mejor soltar una risa por debajito para no convertirse en víctima».
Respecto al activo dijo que es aquel que decide intervenir en el momento del acoso escolar, ya sea de manera positiva o negativa.
«Creo que, dependiendo de cada caso, es posible interactuar de una manera distinta. Si somos una persona más introvertida, más tímida, a la cual le cueste un poco hablar en público, no se siente defensora del todo, podemos ayudar a la persona cuando haya sucedido el acto, decirle ‘hola, soy Sofía, puedo ser tu red de apoyo’, incluso sugerir buscar una persona adulta», refirió Río Piñeiro.
También subrayó la importancia que tienen los adultos, quienes son los que deberían de despertar conciencias, junto a los niños y adolescentes.
«Siempre hay que intentar ayudar a la víctima de todas las maneras que creamos posibles. Y si somos un poquito más valientes, y no nos da tanta vergüenza hablar en público, pararnos en la mitad del salón y decirle ‘ya va, detente, lo que estás haciendo está mal’, y si no, ir directamente con la profesora», recomendó Sofía Río Piñeiro.