Los jóvenes héroes de hoy

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“Los estudiantes caminan entre una hora y dos para llegar a la escuela. También buena parte del personal que labora en nuestro centro…” Y sigue narrando la Directora de la Escuela Técnica Agropecuaria San Joaquín, de Fe y Alegría, ubicada entre Anaco y Cantaura, oriente venezolano, zona petrolera.

   Les confieso que no cerraba la boca, se me mezclaba la indignación con la admiración. Pensaba que si yo tuviera que caminar una hora para llegar a mi trabajo, ya hubiera renunciado.  De paso, añadía la  entusiasta directora, las carreteras son peligrosas: hay atracos con frecuencia. Quiero recordar que no hablo de un plantel en medio de la selva, hablamos de un lugar desde donde se ven  mechurrios quemando – desperdiciando – el gas de nuestra industria petrolera quebrada.

    Las familias de los estudiantes viven de la agricultura y de los “chances petroleros”, esos trabajitos temporales de unos días, una semana, que a veces ofrece la industria – antes modelo para el mundo. Hay mucha pobreza y el transporte es casi inexistente.

“No siempre fue así. Cuando esta técnica se abrió, las alcaldías tenían autobuses que circulaban por los parcelamientos rurales. De Cantaura nos venían muchos estudiantes. Pero ahora no hay prácticamente nada, ni para los estudiantes ni para los maestros”, continuó la Directora.

   A principios de este año escolar, el personal del colegio se preocupó por la baja asistencia de alumnos, apenas si habían llegado una decena de estudiantes. Entonces fueron a visitar casa por casa a los alumnos. ¿Qué encontraron?  Hambre, mucha hambre, y en consecuencia, los padres preferían que sus hijos se pusieran a trabajar y dejaran los estudios. ¿Qué tal?

   La escuela comenzó una campaña, también casa por casa, y logró revertir esa tendencia de dejar  estudio por trabajo, los cuales, en  definitiva serían precarios. Los muchachos volvieron a las aulas, agradecidos porque ellos querían seguir en el liceo.

De hecho, unos cuantos habían solicitado que, aunque sus padres no habían formalizado la inscripción, ya fuera por lo antes mencionado o porque se habían ido a las minas,  los dejaran asistir. Cosa que el plantel  acogió sin problemas. Lo que lo que nos importa en Fe y Alegría es que el joven estudie, con las condiciones que tenga.

¡Son héroes esos chicos! Han luchado por seguir estudiando, caminan unos cuantos kilómetros entre una y  dos horas, como ya apunté. Y además, trabajan duro en el liceo, y luego en las parcelas de sus familias. Lo que aprenden lo aplican…

   En esa  escuela granja crían pollos, reses…  siembran cebollín, plátano, cambur, yuca, frijol… Consumen de lo que producen y queda para comercializar entre los vecinos.

    “Se han conseguido algunos recursos para subsidiar pasajes, porque el poco transporte que circula, es caro para ellos. La escuela tiende la mano en todo lo que puede, como cuando hubo una crisis de agua y en el centro teníamos, entonces se surtía a la comunidad porque nuestra bomba si funcionaba” – nos comentan. ¡Esta escuela es un oasis en medio del desierto de la producción petrolera antes próspera!

    Son héroes los estudiantes y también los profesores. Luisa, la directora, dice con orgullo, que los docentes no faltan. “Algunos vienen con sus zapatos rotos, de tanto caminar, pero no faltan”.

    En febrero en este país celebramos el Día de la Juventud  en recuerdo de aquella famosa batalla de La Victoria, donde jóvenes lucharon en pro de nuestra independencia. Hoy tenemos jóvenes, que contra decenas de obstáculos, luchan por un país que no quieren dejar morir, luchan porque no se vuelva normal que los chamos dejen aula por trabajo, en plena edad para libros y deporte.

   No hay derecho a pedir tanto heroísmo, pero mientras exista hay que  reconocerlo y perseverar para que las cosas cambien. Con estos jóvenes, se anima uno a luchar por ellos.