Los colegios electorales cerraron este domingo 2 de octubre en Brasil, tras una jornada marcada por largas colas de espera y una gran expectativa por si el exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva ganará en primera vuelta o si necesitará un balotaje frente al actual presidente, Jair Bolsonaro.
Con el 96,2 % de votos escrutados, Lula registraba un 47,78 % de los votos, frente al 43,76 % de Bolsonaro, según los datos del Tribunal Superior Electoral, reseñó el medio Actualidad RT.
Mientras, la senadora del centroderechista Movimiento Democrático Brasileño (MDB), Simone Tebet, suma el 4,22 % de los votos, seguida por el centroizquierdista y exministro de Lula, Ciro Gomes, que acumula el 3,06 %. El resto de los aspirantes no alcanza el 1 %. En este momento del recuento, el nivel de abstención llega al 20,87 %.
Lula votó a primera hora de esta mañana en Sao Bernado do Campo, en Sao Paulo. «Esta es la elección más importante», dijo el patriarca de la izquierda brasileña. Por su parte, Bolsonaro lo hizo en Río de Janeiro. «Unas elecciones limpias deben ser respetadas».
Temen que se produzcan incidentes tras los resultados
El gran temor de estos comicios, considerados lo más polarizados de la historia de Brasil, es que se produzcan incidentes tras los resultados, en vista de la agresiva campaña de descrédito del sistema de voto electrónico que promueve Bolsonaro.
En una rueda de prensa, el presidente del Tribunal Superior Electoral, Alexandre de Moraes, dijo que el voto se realizó de forma «tranquila y armoniosa» tanto en Brasil como en el exterior y que los incidentes que tuvieron lugar «están dentro de la normalidad».
«Nada distinto a otras elecciones. Hay muy pocos incidentes en comparación con lo que algunos pronosticaban», afirmó.
El sociólogo Rafael Castilho destacó en una entrevista con RT que la región sudeste es la que podría definir el resultado de las presidenciales. El experto señaló que en estos comicios se registra «una movilización muy grande desde la redemocratización» del país. En cuanto a la celebración de una eventual segunda vuelta, Castilho acentuó que, en ese caso, la polarización y la división seguirán en aumento.