Habló poco más de 30 minutos. Si bien el nuevo presidente argentino Javier Milei fue cónsono al cuestionar a lo que llama “la casta”, en especial el peronismo y su subalterno kirchnerismo, no pronunció la palabra “corrupción” en su discurso en las escalinatas del Congreso, replicando el modelo estadounidense.

Tampoco habló Milei de dolarización, ni de eliminar al Banco Central, principales banderas de su campaña electoral en lo económico, y si bien no es una sorpresa ya que ninguno de los impulsores de tal medida entró a ser parte de su gabinete de gobierno, no deja de ser llamativo. La palabra clave ha sido “ajuste”. El centro de gravedad del nuevo gobierno estará en reducir el gasto público y paulatinamente eliminar los controles estatales sobre la economía. No la dolarización.

En medio de ese discurso, en el cual no habló de política exterior, ni mencionó a ningún otro país, salvo Argentina obviamente, Milei se refirió a Venezuela. No es un asunto menor tomando en cuenta de que el ahora presidente argentino leyó su discurso, sus palabras no fueron para nada improvisadas.

“El gobierno saliente nos ha dejado plantada una hiperinflación y es nuestra máxima prioridad hacer todos los esfuerzos posibles para evitar semejante catástrofe, que llevaría a una pobreza por encima del 90%”, dijo, para luego sostener que “la propuesta sensiblera progresista, cuya única fuente de financiamiento es la emisión de dinero”, pondría a Argentina “en una espiral decadente que nos equiparará con la oscuridad de la Venezuela de Chávez y Maduro”.

“No hay solución alternativa al ajuste (…) todos los programas gradualistas terminaron mal”, argumentó Milei al defender lo que será el enfoque de sus decisiones en materia económica: Habrá una política de shock.

“Serán duras las decisiones que habrá que tomar. En el corto plazo la situación empeorará, pero luego veremos frutos de nuestros esfuerzos”, sostuvo el mandatario desde las escaleras del Congreso nacional, en una puesta en escena que no pocos catalogaron de hollywoodense.

Luego del acto protocolar, que sí transcurrió dentro del edificio legislativo, y de su discurso ante miles de argentinos, Milei hizo un recorrido por las calles del centro de Buenos Aires en un vehículo descapotado.

El presidente que fue electo con un discurso ultra liberal y anuncios de que implementaría una dolarización, omitió este tema y enfatizó que el énfasis en las primeras de cambio será el ajuste del gasto público. Prometió un “ajuste ordenado”, pero reconoció que “sabemos que será duro”.

Uno de los problemas más graves, según el presidente, es la deuda que hereda su gobierno. Según sus palabras, debido a la generación de dinero inorgánico durante los cuatro años de gobierno de Alberto Fernández (2019-2023), se sumaron otros 100.000 millones de dólares para un total de 420.000 millones de dólares de deuda interna y externa. Calificó de “bomba de tiempo” esta situación, pero recalcó que el Estado argentino responderá a sus compromisos.

“Habrá estanflación”, anunció Milei, como reacción inmediata al ajuste. La estanflación se caracteriza por un estancamiento económico a la vez que persiste el alza de los precios y el aumento del desempleo. Según el presidente, entre enero y febrero de 2024 la inflación podría estar entre 30 y 40 por ciento al mes.

Muchos medios de prensa y observadores aplaudieron el traspaso constitucional en el Congreso, pese a la agria campaña electoral. Milei juró ante Cristina Fernández de Kirchner, ahora ex vicepresidenta y en funciones este domingo como presidenta saliente del Senado, y luego Milei recibió del ahora ex mandatario Alberto Fernández la banda presidencial. Toda una simbología, también, sobre la alternabilidad en el poder, un aspecto que el peronismo parece convencido de respetar.

Milei admitió que el programa de ajustes generará más desempleo y pobreza, pero recalcó que esto será un efecto pasajero que luego se revertirá en la medida que el programa de shock tenga éxito, esto según sus proyecciones. No lo dijo tácitamente, pero se espera que el plan económico muestre sus primeros frutos luego del primer semestre.

Este lunes, Nicolás Maduro a respondió a Milei, y lo que dijo era verdad: “quiere destruir al Estado”. Más allá de ajustar la macroeconomía argentina, si el programa de gobierno de Milei logra el éxito que él mismo anuncia, su siguiente paso será una reducción drástica del Estado, una idea cónsona con el liberalismo a ultranza que pregona.

Precisamente, una primera decisión, que muestra la era de cambios que arrancó en Argentina con el ascenso al poder de Milei, está en la reducción del gabinete de gobierno. De los 20 ministerios que tuvo la gestión de Alberto Fernández, quedó reducido a sólo 9.

Venezuela en el discurso de Milei, finalmente, no debe interpretarse como que será una prioridad en su política. Enfocado más en lo interno que en la agenda internacional, en realidad el colapso generalizado que vive nuestro país y el éxodo masivo, también con miles de venezolanos en Argentina, es sólo una suerte de recordatorio del nuevo presidente a sus conciudadanos.

La Venezuela de Chávez y Maduro es lo que se debe evitar a toda costa.

Andrés Cañizález es periodista y director de Medianálisis. @infocracia

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