La incesante actividad minera en el Amazonas venezolano y la reciente muerte de un indígena yanomami por COVID-19 en el estado de Roraima, en Brasil, ha despertado temores en organizaciones no gubernamentales de Venezuela debido a la posibilidad de propagación del nuevo Coronavirus a comunidades indígenas en territorio nacional.
El joven yanomami Alvanei Xirixana, de 15 años, murió la noche del jueves después de pasar casi una semana recluido en un hospital de Boa Vista en Brasil, fronterizo con Venezuela. Es el primer yanomami en morir en Brasil, de un grupo de siete brasileños indígenas que dieron positivo para el Coronavirus en tres estados amazónicos: Pará, Amazonas y Roraima, reportó The Guardian.
No ha sido determinada aún la forma exacta del contagio, pero el periódico Folha de São Paulo informó que Xirixana era de Rehebe, una aldea a lo largo del río Uraricoera que los mineros usan para entrar a las zonas ricas en minerales.
El río Uraricoera colinda con la frontera venezolana y ambos pueblos yanomami, tanto el de Brasil como el de Venezuela, comparten un territorio común que los mantiene en contacto social y cultural. Los mineros ilegales, a la par, realizan sus actividades sin importar fronteras, en un ejercicio en el que se ha comprobado la intervención de grupos armados y cuerpos de seguridad estatales en el caso venezolano.
Las comunidades indígenas del estado Amazonas tienen no solo la presión de los grupos que operan en la frontera con Brasil, sino también la movilidad por la frontera con Colombia que ha permitido mapear la presencia del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y disidentes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) que buscan controlar minas y paso de combustible y alimentos en suelo venezolano.
Luis Bello, director operacional del Grupo de Trabajo Socioambiental de la Amazonía Wataniba, resaltó que desde 2019 se ha evidenciado la presencia de 15 mil a 20 mil garimpeiros en tierra indígena yanomami en Brasil, “pero esos garimpeiros no respetan la frontera y hay una movilidad en ambos lados dela frontera causando serios problemas con transmisión de enfermedades. La movilidad de agentes externos y, en este caso, con enfermedades es lo más importante”.
“A esa vulnerabilidad impuesta por la minería, se suma el hecho de la propia movilidad intrínseca al carácter del pueblo Yanomami, con su carácter binacional, que transitan por tres corredores o caminos como lo son los del Alto Ocamo, Cerro Delgado Chalbaud (sierra de Parima) y el Alto Siapa”, advirtió la organización Wataniba a través de un comunicado en el que alertan la vulnerabilidad de los pueblos indígenas y la imposibilidad de hacer un adecuado aislamiento por el ir y venir de los mineros de los centros poblados a los yacimientos.
El territorio yanomami en Brasil, precisó la organización, es de unos 9,6 millones de hectáreas, mientras en Venezuela los yanomami viven en la Reserva de la Biósfera del Alto Orinoco-Casiquiare, que tiene 8,2 millones de hectáreas. Survival.es indica que “estas dos áreas juntas conforman el mayor territorio indígena selvático del mundo”, por lo que Wataniba considera que el nuevo coronavirus “podría tener un impacto devastador, en el que se considera el pueblo indígena relativamente aislado más numeroso de América del Sur”.
Bello coincidió en que, en lo inmediato, no se puede determinar quién contagió al joven yanomami, “pero hay la presunción de que se debe a la movilidad en la zona”. “Si eso es así, hay riesgo muy grande de que hayan contagios generales y eso pondría en peligro a todo el pueblo, sobre todo vistos los antecedentes de que a finales de los años 80 hubo una invasión del territorio yanomami y produjo la muerte de 2.000 miembros de este pueblo indígena, principalmente por la malaria que se convirtió en hiperendémica”.
El directivo de Wataniba advirtió sobre la debilidad inmunológica del pueblo yanomami en esa área del Amazonas. “Introducir el virus en esa zona sería realmente letal”, alertó, en un contexto de débil o inexistente infraestructura sanitaria y escasa atención gubernamental.
Lo que se pide a los gobiernos de Brasil y Venezuela, resaltó, es adoptar medidas urgentes para proteger la vida del pueblo yanomami y tratar de frenar la entrada de agentes foráneos, “un control urgente de la presencia de garimpeiros en cumplimiento de la Convención Americana de Derechos Humanos que establece que los estados tienen el deber de proteger a sus ciudadanos”.
A su juicio, las comunidades indígenas más vulnerables son las ubicadas próximas al paso de San Fernando de Atabapo en la frontera con Colombia y las cercanas a San Carlos de Río Negro en la frontera entre Venezuela y Brasil, debido a la tendencia creciente de contagios en Brasil. “Ese paso de San Fernando de Atabapo (con el municipio colombiano de Inírida) es crítico”, dijo.
En este límite, la movilidad la protagonizan los mineros ilegales que explotan el Parque Nacional Yapacana, en donde la minería no se ha detenido; al igual que grupos armados foráneos y quienes participan en actividades de contrabando y otras actividades ilícitas.
Sin plan específico de prevención
Aunque en el estado Amazonas, no hay casos de COVID-19, Luis Betancourt Montenegro, miembro del Grupo de Investigaciones sobre la Amazonía (GRIAM), alertó que el gobierno nacional y regional no han tenido un plan específico de prevención e información dirigido a las comunidades indígenas, pese al llamamiento de oenegés nacionales e internacionales.
“La Pastoral Indígena de la Iglesia Católica está elaborando material impreso en varios idiomas indígenas de la región para informarles sobre la gravedad de la pandemia y las medidas que deben adoptar”, dijo.
Algunas comunidades, cercanas a la capital de Amazonas, han tomado medidas por su cuenta como limitar las salidas a la ciudad de Puerto Ayacucho; prohibir la visita de foráneos a sus comunidades; movilizarse a los centros urbanos por razones estrictamente necesarias con el uso de tapabocas y limitar el traslado de sus productos típicos hacia la ciudad para su comercialización, “situación que les ocasionaba mucho riesgo por la aglomeración en los camiones que le servían de transporte y también en el mercado indígena”, informó Betancourt.
El Grupo de Investigaciones sobre la Amazonía, resaltó, ha recomendado públicamente la necesidad de mantener un cerco epidemiológico en las comunidades indígenas, debido al riesgo de contagio de cualquier patógeno externo.
Un ejemplo de la alta vulnerabilidad de estas comunidades está atada a su modo de vida, indicó Betancourt: “En un shabono pudieran cohabitar entre 80 y 200 personas que comen y beben del mismo recipiente. Eso significa que de haber un caso, pudiera propagarse a toda la comunidad. Igualmente en toda la zona sur de Amazonas, al menos desde los últimos cinco años hay inexistencia y desatención sanitaria por parte del Estado, lo cual indica que en esta situación de pandemia tampoco lo están haciendo en labores preventivas, tratamiento y curación, si fuera el caso”.
En las zonas mineras de Amazonas, por su parte, el Ejecutivo no ejerce control de ningún tipo, coincidió.
Minería y grupos armados en la ecuación
A principios de marzo, cuando la cuarentena nacional no había sido anunciada, las comunidades Uwottüja de los ríos Sipapo, Cuao, Autana y Guayapo, en el estado Amazonas, exigieron al Ejecutivo la protección y respeto a su territorio ancestral y la salida “inmediata, pacífica y definitiva” de los grupos armados que vienen operando desde hace varios años en la zona, generando diversos problemas al interior de las comunidades.
A través de un comunicado, el pueblo indígena rechazó la explotación minera, el uso de su territorio para el tránsito de actividades ilícitas y la construcción de pistas de aterrizaje. Exigieron el desalojo de estos grupos nacionales y extranjeros y activar las comisiones de demarcación del territorio indígena, paralizado por más de diez años.
Con la muerte del joven yanomami en el fronterizo estado brasileño de Roraima y el riesgo de propagación del nuevo coronavirus a suelo venezolano, el reclamo es más que oportuno. Fuentes de la zona informaron a Correo del Caroní que las comunidades indígenas dispusieron puntos de control, incluso, en la vía fluvial y los irregulares salieron de la zona de Sipapo y Autana, aunque no descartan que se estén moviendo por otras áreas.
Piden garantizar salud integral en comunidades indígenas
Las organizaciones Orpia, Oipus, Kuyunu, Omida y el Grupo de trabajo Socioambiental de la Amazonía Wataniba propusieron también ocho puntos, en materia de salud, para garantizar el respeto a los derechos de los pueblos indígenas, así como la inclusión de un “enfoque intercultural al abordar los aspectos de emergencia, seguridad y salud de la respuesta”, de acuerdo con el documento divulgado a finales de marzo por la Unidad de Pueblos Indígenas de la FAO:
- 1.- Preparar y capacitar a los agentes de salud indígenas para el diagnóstico precoz de las complicaciones: fiebre, dolor de cabeza, dolor de garganta, problemas respiratorios.
- 2.- Cada persona y sus familias (niños y adolescentes) debe estar atentos a cualquiera de los síntomas.
- 3.- Las autoridades comunitarias, junto con los agentes de salud indígena, necesitan llevar un registro diario de cualquier caso y comunicarlo a los respectivos agentes de salud.
- 4.- Garantizar el abastecimiento de agua adecuada y constante para la limpieza de platos, cubiertos, vasos, etc., así como jabón o un sustituto natural empleado tradicionalmente en la comunidad.
- 5.- Mantener la limpieza de cada uno de los integrantes de las comunidades. Es imprescindible lavarse las manos con jabón con mucha frecuencia. El jabón mata la grasa que permite la supervivencia del virus. De no tener jabón, usar plantas que cumplan los mismos fines, especialmente aquellas que hacen espuma.
- 6.- En caso de que se tenga algún enfermo o enferma, es necesario aislarlo fuera de la comunidad. La persona que lo atienda debe tener tapabocas y guantes.
- 7.- Recurrir a los conocimientos tradicionales sobre el uso de las plantas para el lavado de manos u otros mecanismos, como la consulta al médico tradicional, para el tratamiento de las gripes.
- 8.- Al salir de cacería o al conuco, hacerlo solo a lugares donde no haya riesgo de encontrarse con mineros y lejos de caminos que ellos suelan recorrer.
- 9.- Si salir de la comunidad es imperativo, contar con insumos como tapabocas y jabón para llevar (industriales o artesanales, empleados tradicionalmente en la comunidad).
Publicado originalmente por Correo del Caroní