“Muchas veces he pensado dejar de estudiar pero quiero ser médico y eso me motiva”

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Yadibeth Pérez/Foto: IRFA

Las comunidades de la Guajira venezolana están muy distantes de los centros más poblados, donde se concentra el movimiento económico y social.

Para quienes no cuentan con los recursos para movilizarse, ya sea en transporte público o carro particular, solo les queda caminar o esperar tener para pagar los pasajes.

Foto: IRFA

Esta realidad la vive Yadibeth Pérez, una joven wayuu de 17 años de edad, quien cursa estudios en el Instituto Radiofónico Fe y Alegría (IRFA) y vive en la comunidad de Los Mochos del municipio Guajira del estado Zulia.

Antes de la pandemia de la COVID-19 muchas veces debía caminar 9 kilómetros hasta  Paraguaipoa para acudir a las  orientaciones en el Centro Comunitario de Aprendizaje (CCA).

“Hubo ocasiones que no iba a las clases porque no tenía dinero. Cuando me iba en moto pagaba 3 mil pesos y en  los buses 2 mil pesos (entre 2 y 3 millones de bolívares).

«Ahorita con la pandemia ha sido difícil estudiar porque no tengo teléfono, me toca alquilar un teléfono para poder ver las guías y enviar las actividades y me cobran mil pesos la hora”, nos comentó Yadibeth.

Esa falta de herramientas, como teléfono, computadora, internet o suficiente dinero para pagar por ese servicio, le hicieron pensar durante los últimos meses en abandonar sus estudios. “Mi mamá me apoya en todo pero cuando no tiene se dificulta que yo pueda cumplir con todas las tareas”, comenta.

Yadibeth también teje según sus costumbres wayuu/Foto: IRFA

También lucha por su salud

A esta jovencita wayuu, quien también debe lidiar con  su salud, ya que sufre de anemia hemolítica (una deficiencia de la médula ósea que no permite que los glóbulos rojos se regeneren normalmente en la sangre), muchas veces le tocó  irse con el estómago vacío a sus orientaciones.

«A veces la profesora  recogía entre todos y compraban algo para compartir una merienda y eso me parece bueno aunque muchos no tenían para dar, pero igual compartimos  como si fuéramos una familia. Algunos sábados salíamos tarde y esa merienda nos servía para aguantar hasta llegar a la casa y comer lo que había”, cuenta emocionada como si fuera una fantasía.

Refirió que se pone débil cuando su organismo resiente la enfermedad que padece. “Es lo más duro que me ha tocado vivir con mis estudios, porque me siento muy mal, me pongo débil y me deprimo”. 

Le toca cuidar a sus hermanos porque su mamá se fue

Yadibeth, es la hija mayor y cuando su madre se fue a Colombia, en busca de mejoras económicas, le tocó cuidar a sus hermanos y hasta buscar alimento para sobrevivir.

“Mis hermanos y yo nos íbamos dos veces a la semana a la playa a pescar para tener qué comer, caminando son dos horas. También aprovechábamos para vender en los alrededores de la casa y comprar otras cosas para comer. A pesar de todo eso que me ha tocado vivir siento que soy ejemplo para mi familia porque de todas esas dificultades he salido adelante”, expresó.

Entre las metas que Yadibeth tiene planteadas está culminar sus estudios en el IRFA. Y aunque ha pensado abandonarlos no lo hace, para luego poder continuar en la universidad. “Quiero ser médico eso es lo que me motiva para ayudar a otras personas que lo necesitan sobre todo aquí donde vivo”. Y esta es su apuesta.

Por Shirley Gómez