El arzobispo emérito de Sudáfrica y premio Nobel de la Paz, Desmond Tutu, uno de los grandes símbolos de la lucha contra el Apartheid, falleció este domingo a los 90 años de edad en Ciudad del Cabo.
Desmond Tutu era un sonriente arzobispo sudafricano cuya personalidad incontenible le ganó amigos y admiradores en todo el mundo.
El presidente de ese país, Cyril Ramaphosa, aseguró que la muerte del eclesiástico marcaba «otro capítulo de duelo en la despedida de nuestra nación a una generación de sudafricanos excepcionales».
Tutu había sido hospitalizado en varias ocasiones durante los últimos años para tratar infecciones asociadas con el cáncer de próstata que padeció durante la década de los 90.
Finalmente, Tutu falleció “en paz” durante su convalecencia en el centro de atención médica para pacientes de avanzada edad Oasis, en Ciudad del Cabo, según ha confirmado por su parte la doctora Ramphela Mamphele, presidenta interina de la fundación del arzobispo, en una declaración en nombre de la familia Tutu, sin dar detalles sobre la causa de la muerte.
Legado de Tutu
El nombre de Tutu está unido por importancia al del gran líder de la lucha por los Derechos Civiles en Sudáfrica, Nelson Mandela, unidos a pesar de sus diferencias en la lucha contra el Apartheid en Sudáfrica.
Su figura comenzó a cobrar extraordinaria prominencia a partir de 1978, como director del Consejo Eclesiástico Sudafricano, punta de lanza en su campaña contra la segregación.
Seis años después, Tutu recibiría el Premio Nobel de la Paz, antes de ser elegido como arzobispo de Ciudad del Cabo en 1986, uno de los años más violentos de la era del Apartheid.
En esos momentos, Tutu redobló sus esfuerzos para conseguir la imposición de sanciones contra el Gobierno, dirigió marchas de protesta y usó su púlpito para desafiar la represión estatal.
Con la victoria de Nelson Mandela como primer presidente de la República Sudafricana en 1994, Tutu asumió un nuevo papel como presidente de la Comisión de Verdad y Reconciliación del país.
La comisión investigó las atrocidades del Apartheid, y Tutu pasó a adoptar una función unificadora entre blancos y negros del país.
Además, adoptó una postura crítica contra los sucesivos gobiernos del histórico Congreso Nacional Africano, el partido de Mandela, al que criticó durante años por sus escándalos de corrupción, el mayor obstáculo para alcanzar la utopía de la “nación arcoiris” en la que esperaba que se convirtiera el país.
De 2007 a 2013, ya en sus últimos años de vida pública, Tutu presidió la organización de Los Ancianos, un grupo independiente de veteranos líderes mundiales que trabajaron juntos por la paz y los Derechos Humanos.
Desde la Iglesia
Desmond Mpilo Tutu nació en una pequeña ciudad minera de oro en lo que entonces era la provincia del Transvaal, en el noreste de Sudáfrica.
Primero siguió los pasos de su padre como maestro, pero abandonó esa carrera después de la aprobación de la Ley de Educación Bantú en 1953, que introdujo la segregación racial en las escuelas.
Se unió a la iglesia y fue fuertemente influenciado por muchos clérigos blancos del país, especialmente por otro fuerte oponente del apartheid, el obispo Trevor Huddleston.
Se desempeñó como obispo de Lesotho (de 1976 a 1978), obispo asistente de Johannesburgo y rector de una parroquia en Soweto, antes de su nombramiento como obispo de Johannesburgo.
Desde esas posiciones alzó su voz contra la injusticia en Sudáfrica y nuevamente lo haría, a partir de 1977, como secretario general del Consejo Sudafricano de Iglesias.
Como jefe de la Iglesia Anglicana en Sudáfrica, continuó haciendo campaña activamente contra el apartheid. En marzo de 1988 declaró: «Nos negamos a ser tratados como el tapete para que el gobierno se limpie sus botas militares».
En 1989, fue arrestado por negarse a abandonar una manifestación que había sido prohibida.
En 1995, lo nombraron jefe de la Comisión de Reconciliación y Verdad.
Fuente: BBC, La Razón