Los niños waraos siguen siendo víctimas del hambre en Tucupita. La mayoría recorren «panaderías y otros centros de ventas en búsqueda de ayuda», según Kapé Kapé.
Según la ONG, los waraos no reciben la atención necesaria por parte de los gobernantes en Venezuela, y menos del gobierno local.
A propósito de este hecho, las organizaciones sin fines de lucro que intentan ayudar con la entrega de una ración de alimento diario, han informado que se ha incrementado el número de personas que requieren asistencia alimentaria.
«En las últimas semanas de 2020, tres de las organizaciones perfilaron su acción en ofrecer platos de sopas a los niños en situación de indigencia», informó Kapé Kapé. Estas organizaciones tienen su asiento en Tucupita, la capital del estado Delta Amacuro.
De acuerdo con Kapé Kapé, el paseo Manamo de Tucupita se ha convertido en el lugar recurrente para grupos cada vez mayores de niños indígenas que recorren las calles de Tucupita en busca de comida o dinero.
Entre septiembre y octubre de 2020, más de300 waraos arribaron a Tucupita en un intento desesperado por huir de la graves crisis humanitaria que arropa a sus comunidades.
Este grupo de indígenas fueron obligados a retornar a sus comunidades por parte del las autoridades regionales y municipales.
La migración de los waraos, no solo se debe a la crisis derivada de las complicaciones políticas en Venezuela, sino también de ataques del hampa u organizaciones criminales asentadas en territorios de los waraos que acaban con los sembradíos y producción de los originario en Delta Amacuro.
Barrancas del Orinoco y Tucupita son puntos de referencia para los grupos indígenas que buscan alimentos y medicinas.
La organización religiosa en pro de los derechos indígenas Dani Consolata lleva cada 15 días ollas de comida hasta el relleno sanitario municipal, lugar donde pernoctan más de 60 niños con sus familias en calidad de recolectores de desechos reciclables para la venta.
Es una población flotante que crece sin escolaridad, entre otros tantos derechos.