Nuestra propuesta para el país es una alternativa superadora a la situación actual.
1 ¿por qué una alternativa superadora?
Hay que superar la situación actual porque casi no hay servicios: ni de luz, ni de agua, ni de educación, ni de salud. Tampoco hay seguridad y las fuerzas dedicadas a ella se dedican a extorsionar. Hay muy poco trabajo cualificado y en general los sueldos no alcanzan para vivir. Restringe mucho la libertad de expresión, anula la libertad política, casi impide la deliberación, reprime sin justicia y con impunidad, Y está acabando con gran parte de la Orinoquia, con lo que, además de destruir el hábitat de los indígenas y diezmarlos, está necrosando las aguas y la atmósfera y nos está dejando sin electricidad.
+ Ahora bien, estando en desacuerdo con lo que vivimos, descartamos ir al otro polo de lo mismo, que consiste en que no estemos ya en manos del gobierno, sino que caigamos en manos del capital. En esta alternativa no superadora puede mejorar el desempeño del Estado, puede haber más trabajo, puede haber seguridad, pero seguirá siendo una sociedad piramidal en la que los de arriba son los que tienen los recursos y el poder de decisión en la política, en la economía, en la opinión pública, en la organización social, y el pueblo sigue marginado y no hay deliberación en ningún campo.
2 La alternativa superadora que propiciamos incluye los siguientes aspectos:
2.1 Estímulo al capital productivo, es decir, capaz de producir bienes y servicios útiles y cualitativos y al menor costo posible y funcionando en una comunidad laboral cualificada, corresponsable y congruamente retribuida. Un capital que propicie el mercado, con la competitividad que le es inherente cuando no está, como sucede actualmente a nivel global, cartelizado.
2.2 La configuración de un Estado abocado realmente al bien común, con funcionarios cualificados, honestos y solidarios, y responsable ante los ciudadanos y por tanto no mediatizado ni por el gobierno ni por el capital.
2.3 Unos partidos políticos abocados al bien común, con proyectos serios y viables, que incluyan la deliberación en todos sus ámbitos y que sean responsables ante los ciudadanos.
2.4 Unos ciudadanos densos, con libertad liberada, que hagan justicia a la realidad, tanto la propia como aquella en la que viven, y que para eso se cualifiquen al máximo, y que vivan en relaciones profusas de entrega de sí que den lugar tanto a la convivialidad como a asociaciones y al cuerpo social, que surge de poner cada quien en común sus haberes inhibiendo su mismidad para que lo que resulte sea de todos y de nadie en particular, como a comunidades, que surgen de la entrega personalizada de cada quien para constituir verdaderos nosotros, en las que los yos se conserven trascendidos.
Es preciso que esas asociaciones y comunidades sean siempre personalizadoras, es decir que todos sean sujetos, que funcione siempre la deliberación para entender la realidad de la que se trata y para entenderse entre sí y que sean abiertas, que no se absoluticen corporativamente, sino que vivan abiertas responsablemente al medio en el que se encuentran para aportar a él.
2.5 Es preciso también que las diversas asociaciones y comunidades se relacionen entre sí orgánicamente buscando el bien común hasta llegar a constituir un verdadero cuerpo social denso, personalizado y abierto. Este cuerpo social tiene que conservase en su carácter de social; es decir no puede pretender dominar al Estado y llevar el gobierno. Pero sí tiene que hacerse cargo de su responsabilidad política y ejercerla con asiduidad. Ella consiste en velar por el bien común de manera que apoyen lo que en el gobierno y el Estado vaya en esa dirección y critiquen y se desolidaricen y combatan lo que lo contradice.
2.6 No hay duda de que la base de todo son esas personas con libertad liberada. Tenemos, pues, que apoyarnos en las que existen y propiciar que existan más y que liberen su libertad a fondo, y para que lo hagamos con coherencia tenemos estar siempre en ese proceso inacabable de constituirnos nosotros así.
2.7 Lo que está más ausente en el imaginario de la mayoría y ciertamente del gobierno, pero también de las empresas y de la mayoría de las organizaciones es lo que, por eso mismo, está más vulnerado es el cuidado de la casa común, de la madre tierra y, antes que eso nuestra pertenencia a ella, ya que somos irrenunciablemente “terrenos de la tierra”. Somos el país que más irresponsablemente está destruyendo el equilibrio ecológico en Nuestra América y de los que menos está consciente de que de este modo nos estamos labrando nuestra propia destrucción, sino que también nos estamos deshumanizando por no hacer justicia a nuestra realidad ni a la realidad en la que vivimos y a la que pertenecemos.
Para eso ayuda muchísimo vivir a fondo el cristianismo, en el sentido concreto de seguir a Jesús, haciendo en nuestra situación el equivalente de lo que él hizo en la suya y para eso en el de encarnarnos en nuestra situación como él se encarnó en la suya: solidariamente y desde abajo.
Como se trata de vivir la fraternidad de las hijas e hijos de Dios para ir construyendo el mundo fraterno de las hijas e hijos de Dios no se puede obviar la pertenencia a comunidades porque ser todos hijos del mismo Padre y hermanos en el Hermano es pertenecer a una misma familia y por eso tenemos asumirnos como nosotros en concreto. Pero desde la pertenencia a esa familia de las hijas e hijos de Dios y la vivencia asidua de esas relaciones fraternas, tenemos que ir construyendo un mundo que la exprese y por eso las asociaciones y las redes y el cuerpo social y la política alternativa.
3 cómo transitar desde donde estamos a donde proponemos
Ahora bien, si nos preguntamos cómo transitar desde donde estamos a donde proponemos, la respuesta tiene que ir en la dirección de inventariar lo bueno que tenemos para desde ello ir construyendo lo que nos falta. Hoy no existen organizaciones políticas alternativas. No se puede, pues, comenzar por ellas.
3.1 Lo mejor que tenemos hoy son personas con libertad liberada, es decir a las que la situación las afecta muchísimo, tanto que no pocas mueren de enfermedades desasistidas, provocadas o agravadas por el hambre y las malas condiciones de vida; pero que tienen tanta consistencia que viven desde sí, desde lo mejor de sí mismas, desde su condición de hijas de Dios y de hermanas de otras, sin excluir a nadie. Son muchos pobres con Espíritu y bastantes profesionales solidarios, por ejemplo, profesionales de la educación y la salud, que, no ganando ni remotamente para comer, sin embargo, no se dedican a sobrevivir resentidos y rabiosos, sino que viven la polifonía de la vida y dan de su pobreza y se matan a trabajar porque comprenden que es ahora cuando más se necesitan sus servicios. Esta es la riqueza del país, que constituye un verdadero milagro, en el sentido preciso de que parece exceder las posibilidades humanas, pero que en realidad da cuenta de hasta dónde podemos llegar los seres humanos cuando aceptamos las relaciones trascendentes que nos fundan y desde ellas nos potenciamos al máximo responsabilizándonos de nosotros mismos y de lo que nos toca. Esta es también la base para todo lo demás.
Tenemos que trabajar por consolidarla e incrementarla. Y, antes que eso, por pertenecer nosotros a ella. Esto es lo primero. Sin esta libertad liberada, podremos ver claro, pero no tendremos fuerzas para dirigirnos hacia ello. Sin ella podremos acariciar una alternativa superadora, pero no dirigirnos hacia ella. La lucidez sólo provocará mayor postración.
3.2 Tenemos que trabajar también para que estas personas, entre las que nos incluimos, se reúnan en comunidades y asociaciones para consolidar esas relaciones de entrega de sí y para acuerparse y para constituir ambientes liberados y para lograr avanzar en diversos aspectos. Esto lo tenemos que hacer ante todo en nuestros ambientes de vida: en la familia, en el trabajo y en las asociaciones a las que pertenecemos. Si no lo hacemos en ellos, lo que hagamos en los demás no será personalizado ni, por tanto, personalizador.
Es crucial que estas comunidades y asociaciones sean alternativas, no sólo en sus contenidos, en lo que se traen entre manos, sino en su ambiente y procedimientos. En ellas tiene que reinar la horizontalidad, la entrega de sí gratuita, la deliberación, la búsqueda del bien común, la apertura al ambiente. Nadie se tiene que descargar en nadie; todos tienen que ayudarse a llevar las cargas. Tiene que reinar en ellas la cultura de la democracia.
Además de su cometido específico, no puede faltar en ellas la consideración concreta de lo que necesita el país o, mejor, en lo concreto que van haciendo tienen que considerar lo que ello tiene de aporte al país y cómo se enlaza con otros aportes y hacia dónde habría que ir, qué huecos habría que llenar, qué situaciones habría que transformar. También habría que considerar de vez en cuando qué partidos políticos se necesitan y cómo hay que estimular las vocaciones políticas alternativas. Aunque ellos se sitúen en lo social y no en lo político.
3.3 Otro paso que tiene que plantearse muy explícitamente es entrar en redes, de tal modo que la red no interfiera en cada organización ni la mediatice, pero sí que las conecte muy explícitamente para que lleguen a formar una macolla, un ambiente y una opinión pública.
3.4 También existen empresarios honestos, productivos y conscientes de la situación. Tenemos que reconocerlos y apoyarlos para que lo que hacen sea cada vez más coherente y se consolide y llegue a ser sistemático y en ese sentido se convierta en una verdadera alternativa superadora a lo mundialmente establecido, asumiendo sus virtualidades y negando su enfoque exclusivo a la mayor ganancia.
3.5 También existen asociaciones que podemos llamar alternativas, tanto por aquello que traen entre manos como por el modo de tratarlo y de tratarse sus miembros entre sí y con los demás. Estas asociaciones están en la mira del gobierno y se ven acosadas y a punto de ser declaradas ilegales. Así son unas cuantas asociaciones de derechos humanos y de fomento social en muy diversos aspectos que consideran personas dignas y por tanto verdaderos sujetos a aquellos a los que sirven y que por eso lo hacen en relaciones horizontales y mutuas y que funcionan a base de la deliberación. Estas organizaciones tienen el peligro de ser mediatizadas por sus financiadores y eso es lo que alega el gobierno para desautorizarlas: que están al servicio de intereses foráneos, de potencias hostiles no sólo a él sino al país. Hay que tomarse en serio este peligro y trabajar por conservar la libertad y la orientación realmente alternativas. Hay que ayudar y apoyar para que se consoliden en esa dirección. Y ellas tienen que apoyarse entre sí con este mismo propósito.
3.5 Desde estas positividades, que tienen que ser incesantemente salvaguardadas y estimuladas, tiene que trabajarse por poner en el horizonte una política, unos partidos, un gobierno y un Estado que contengan esos elementos que hemos calificado de alternativa superadora. Y además tenemos que hacernos cargo de que somos terrenos de la tierra y vivir consecuentemente y por eso tener una relación amigable con la naturaleza a la que pertenecemos y luchar sin rendirse nunca porque se acabe es política de destruir la naturaleza, que es finalmente humanicida.
Pedro Trigo es sacerdote jesuita, filósofo y Doctor en Teología.
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