Luego de la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal de Colombia, su presidente y Arzobispo de Bogotá, José Luis Rueda Aparicio, ofreció unas declaraciones a Vatican News sobre la situación de su país, sumergido actualmente en una preocupante ola de violencia.
En primer lugar el prelado enfatizó que desde la Iglesia colombiana claman por el fin de la violencia, protagonizada entre otros actores por grupos guerrilleros y que desde principios de año ha dejado cerca de 70 muertos, llenando de zozobra a las poblaciones de varios municipios del Departamento de Arauca, fundamentalmente.
En este tenor, Monseñor Rueda señaló que «los obispos de Colombia hemos hecho llamado al cese al fuego. Hemos dicho a todos los grupos armados que están en conflicto en nuestro país que paren la guerra, que paren las masacres, que paren los homicidios, que permitan que vivamos un proceso democrático en reconciliación y paz».
Y en medio también del contexto electoral que se avecina para el mes de marzo, el Arzobispo de Bogotá expresó que no solamente le han propuesto al presidente de Colombia Iván Duque un diálogo con el objetivo de mejorar la situación conflictiva del país sino también han planteado la necesidad urgente de diálogos con las autoridades locales.
Precisó que «los obispos de distintas regiones del país como la zona limítrofe con Venezuela, el Catatumbo Ocaña y Arauca. Igualmente, los de la zona del Pacífico, donde está el Departamento del Chocó, hemos llamado al gobierno nacional para que permita que entablemos diálogos. Le hemos dicho al gobierno también que no escatimen ninguna posibilidad de diálogo para que esta situación dolorosa en nuestro país, tenga una salida racional, pronta y estable».
Rueda también denunció que una de las principales raíces de la violencia en Colombia desde hace muchos años es el narcotráfico. En concreto dijo que «ha hecho de Colombia un lugar de producción, de consumo, de procesamiento y, también, de exportación a Europa y a Estados Unidos de la coca».
Y agregó que «con eso, el narcotráfico compra armas y, con esas armas, se trabaja a través de los grupos, ya sea de paramilitares o guerrilleros que están haciendo mucho daño y que ponen a la población civil en medio de los fuegos, todo por adueñarse del producto del narcotráfico, pero también por adueñarse de los territorios, dónde viven los campesinos, los indígenas, los afroamericanos, los más pobres».