Al término de una nueva Asamblea Ordinaria de la Conferencia Episcopal Venezolana, los arzobispos y obispos emitieron un pronunciamiento público producto de sus reflexiones sobre la realidad del país y de la Iglesia católica.
En primer lugar destacaron que el país sigue viviendo una “realidad que nos paraliza”, debido a la profunda crisis social, económica y política, “con una de las inflaciones más altas del mundo y una moneda nacional en continua devaluación, el día a día de los venezolanos resulta cada vez más complicado”.
Ante en este contexto afirman que “esta situación ha obligado ya a más de 7 millones de personas a salir del país, según cifras de la Agencia de la ONU para los refugiados, ACNUR, generando la corriente migratoria más grande de América Latina y el Caribe en los últimos 50 años. Un Éxodo, sobre todo de jóvenes, que no se detiene, y empobrece el presente y el futuro del país”.
Los prelados también comentan en el mensaje pastoral «fraterno y cercano» que no solo hacen un diagnóstico del contexto venezolano sino también intentan proponer soluciones.
Desde esta inspiración apuntan a que «surge hoy la necesidad de reconstruir el país, en el espíritu de la sinodalidad, de caminar juntos. Que todos los venezolanos escuchemos resonar hoy, unidos como pueblo, desde su realidad, las palabras de Pedro y Juan: “en nombre de Jesucristo levántate y camina”, y así, saliendo de su parálisis, pueda dar un salto, y se ponga de pie”.
Despertar de la postración
Y agregan desde esa perspectiva que “hoy es el momento de despertar de nuestra postración para despojarnos de todo vestigio de resignación, indiferencia o egoísmo. Generar conciencia de la propia dignidad humana y responsabilidad compartida. Levantarnos y caminar juntos para sembrar esperanza, actuar con decisión, cultivar valores y promover una forma de hacer política basada en el bien común y no en intereses particulares o en fines ideológicos”.
Invitan a todos los creyentes y personas de buena voluntad a vivir un “protagonismo consciente de ciudadanía responsable”, a no dejarse robar la esperanza. Es fundamental que pasemos de la lamentación a la acción liberadora. Que nos pongamos, en cada diócesis, parroquia, y comunidad, en cada liceo y universidad, en cada empresa, oficina y comercio, de cara a la parálisis nacional, y cada uno se pregunte qué puedo hacer yo, cuánto más puedo aportar, cuánto y en qué ámbitos puedo pasar del yo al nosotros, elevando y multiplicando el bien que producimos”.
Afirmaron que “en medio de las dramáticas circunstancias del país, nos unimos, una vez más, al clamor de nuestro pueblo y junto al Papa Francisco, alzamos nuestras voces para exigir que no haya «ninguna familia sin vivienda, ningún campesino sin tierra, ningún trabajador sin derechos, ningún pueblo sin soberanía, ninguna persona sin dignidad, ningún niño sin infancia, ningún joven sin posibilidades, ningún anciano sin una venerable vejez».
Para la Conferencia Episcopal Venezolana es necesario despertar “para ello, no nos quedemos inmóviles, esperando a que las cosas las arreglen otros o mejoren por sí mismas. Tenemos que levantarnos, confiados en la ayuda de Dios, y con valentía arriesgarnos unidos a construir un mejor país”.
En términos concretos exigieron la liberación de todos los presos políticos, rehabilitación de partidos políticos, y garantías electorales para lograr elecciones libres y transparentes.
Los jerarcas de la Iglesia católica venezolana también abogan por el diálogo como la única vía para concertar soluciones a los graves problemas del país.
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