Para Alicia Castillo, psicóloga y terapista gestalt, la migración se siente como un hueso que se quiebra y que no se vuelve a soldar.

En un contexto en el que más de 7 millones de venezolanos han dejado su nación “buscando protección y una vida mejor”, según datos de la Agencia de la ONU para los Rufugiados (Acnur), los psicólogos han cobrado un rol vital en la vida de muchas personas, intentando que cada una de ellas “viva el duelo de la mejor manera para que no se pierda la conexión con aquella persona que se fue”.

Al tema de la migración, la psicóloga agregó la emergencia de salud provocada por la pandemia Covid-19, entre otros problemas, que según ella provocaron un incremento en los trastornos de ansiedad y depresión, además de la tasa de suicidios. “Esas han sido las alteraciones que más se han evidenciado en las consultas”, señaló en entrevista para el programa Háblame Bajito de Radio Fe y Alegría Noticias.

Cuando se le preguntó sobre cómo se debe manejar una situación en la que un padre se va del país, antes que el resto de su familia, buscando mejores oportunidades o para conseguir dinero que enviarles a los suyos, Castillo respondió que lo ideal es que esa familia que se ha separado momentáneamente se pueda reencontrar en un tiempo corto, aunque es consciente que cada caso es diferente y que algunos reencuentros son mucho más complicados que otros.   

De hecho, separó los casos de los padres que se van con una planificación de aquellos que se van por la desesperación de vivir en condiciones infrahumanas, porque son “situaciones muy diferentes”.

“Lo ideal sería que eso tenga un tiempo finito: que se puedan reencontrar en un lapso corto de tiempo, porque evidentemente la migración sin tiempo de reencuentro trae muy malas consecuencias”, explicó en el marco del Día del Padre que se conmemora este 18 de junio.

Agregó que entre las consecuencias puede estar la infidelidad, el divorcio o la desconexión emocional de los hijos con el padre. Sobre este último punto, insistió en que la función paterna “seguirá siendo necesaria para los hijos”.

Castillo destacó que, a diferencia de otras grandes migraciones que se han dado a lo largo de la historia, la venezolana ha contado con la ventaja de la comunicación, tanto por redes sociales como por mensajerías de texto privadas o llamadas a larga distancia, que si bien no sustituyen la presencialidad “es una forma de acercamiento”.

En ese sentido, dio algunas recomendaciones para que este tipo de comunicación sea efectiva y de calidad. “La comunicación es importante. Las llamadas deben ser nutritivas y de calidad. Es buscar el modo de no desconectarse totalmente, para que el hijo sepa en qué condiciones está el padre y que sepa que siente su padre por no estar más cerca; ahí se genera un vínculo mucho más nutritivo”.

La experta cree que es fundamental que el niño sepa que, aunque su padre está en otro país, no se ha olvidado de él y que trabaja duro para aportar con los gastos de su familia y que siempre estará para ayudarlo en la medida de lo posible.  

Expectativas y promesas

Castillo también señaló que se debe ser responsable con las promesas que se hagan, sobre todo con aquellas que tengan que ver con un posible reencuentro.

“Le puedo decir a mi niño: estaré acá un año y en un año estaremos juntos, pero que eso se cumpla. O puedo decir seis meses o dos años, pero que esa expectativa que se genera en el hijo, sea cubierta, porque cuando no es cubierta es cuando ese duelo se prolonga y hay una sensación de traición que se puede generar en el hijo”, señaló.

“Es importante hablar de realidad: no puedo llevármelos, pero estimo que en un tiempo puedo hacerlo. Y eso se tiene que evaluar”, añadió.

Resaltó que por lo general los que menos sufren en un caso de ausencia de padre por migración son los más pequeños de la casa, pero que a partir de los cinco años en adelante los niños tienen consciencia de lo que está pasando y esa ausencia la sentirán de manera significativa.

Asimismo, dijo que en los adolescentes esa ausencia es peligrosa, porque esa transición de niño a adolescente es difícil y hay necesidad de orientación importante, tanto de la madre como del padre. En algunos casos, lo mejor es “que las familias pidan ayuda profesional para poder vivir el duelo de la ruptura”.

Enfrentar el dolor

La terapista gestalt afirmó que las conexiones de familia no suelen romperse con facilidad y que cuando personas que se han separado por un largo tiempo se vuelven a encontrar siguen sintiendo “el mismo cariño” y “el mismo amor”, al menos que haya pasado algo entre esas personas que se vuelven a ver.

“Pero de forma natural el amor persiste, solo que se apaga para poder sobrevivir al dolor. Por eso es importante, que las personas vivan el duelo e inclusive, si es posible, que se comiencen a hacer esos rituales de despedidas mucho antes que la persona se vaya”, aseguró.

“Hay gente que huye antes que la persona se vaya para no tener dolor. Eso se llama corte emocional y es perjudicial, porque al final el dolor está ahí; es como un quiste que va a crecer y no por negarlo deja de existir”, advirtió. “La idea es que la gente enfrente el dolor y esté con esa persona hasta que se vaya, para luego mantener comunicación y buscar la forma de reencontrarse nuevamente”.

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