Rafael Urdaneta y el Zulia

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Antonio Pérez Esclarín

La celebración el 24 de octubre de un nuevo aniversario del nacimiento de Rafael Urdaneta sólo tiene sentido si se convierte en una actitud de defender con constancia y valentía  al Zulia, tan maltratado, destruido, humillado. En el Zulia, un Estado generoso y noble, que se desangró para posibilitar en años pasados el progreso de Venezuela, nada funciona. No tenemos comida, agua, electricidad, gasolina, transporte, seguridad, efectivo…Los hospitales están por el suelo y los  educadores andan en la calle reclamando un trato y un salario justos, de acuerdo a la transcendencia de su misión, que les permita vivir con dignidad.  Nunca, ni en tiempos de Guzmán Blanco que juró convertir a Maracaibo en “ simple playa de pescadores”, el centralismo caraqueño había maltratado  con tanta saña   al Zulia. Y lo que da más dolor es observar cómo hay zulianos que avalan esas políticas humillantes y discriminatorias contra el Zulia.

En estos días donde necesitamos una nueva independencia que nos devuelva la libertad, debemos retomar el coraje y la intrepidez de Urdaneta, y trabajar con pasión por el rescate del Zulia. La historia nos recuerda el valor de Urdaneta y su firme decisión, cuando en momentos difíciles en que desertaban los soldados del ejército patriota, se dirigió a Bolívar y le dijo “Si con dos hombres basta para liberar a la patria, presto estoy a acompañar a usted”. Así era Urdaneta: un relámpago de valor. Pero junto al   heroísmo de Urdaneta, puesto a aprueba en cien combates y sobre todo en la tenaz defensa de Valencia, me interesa subrayar su  lealtad y amor a la Patria.

La  lealtad  y el amor a la Patria implican asumir con desprendimiento y  entrega las nuevas batallas de la independencia que permitan a cada zuliano y a cada venezolano unas  condiciones de vida dignas, respetuosas y  solidarias. Porque la patria no es una entelequia o algo vaporoso y vago que se invoca en los momentos solemnes. La patria es, en primer lugar, cada zuliano y cada venezolano que tiene derecho a vivir dignamente; es la constitución que debemos cumplir y defender; es la democracia que debemos recuperar y profundizar; es nuestra tierra  que tenemos que defender y proteger,  con sus recursos y riquezas que pertenecen a todos y que no pueden ser administrados caprichosamente, o en beneficio de algunos.

Defender la patria es trabajar por una democracia política, social y cultural, que garantice que todos podamos vivir con dignidad, sin el acoso de la miseria o la inseguridad, ni el colapso de los servicios esenciales. Democracia con instituciones  eficientes, que resuelvan problemas y que garanticen la igualdad ante la ley de todos sin importar su raza, religión, condición social o  ideología política. Defender la patria es luchar por el derecho a tener comida, agua, electricidad, gas y gasolina; recoger la basura, tapar los huecos de calles y carreteras;   hacer que los hospitales y escuelas funcionen bien;  poder renovar cualquier documento  sin madrugonazos, colas humillantes  o bajándose de la mula;  salir de la casa sin el temor de ser asaltados o secuestrados;  poder manifestar pacíficamente sin el temor de ser gaseados o golpeados.  Defender la patria  es castigar la ineficiencia, la corrupción,  el matraqueo, el nepotismo, el clientelismo, el vivismo; es impulsar unas políticas productivas y laborales agresivas y eficientes, que nos garanticen a todos  un trabajo bien remunerado y bienes y servicios de calidad.