«Sin maestros no hay escuelas»

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Foto: OEV

La frase no es original. Pero viniendo de Luz Betina Fuenmayor esta afirmación cobra más contundencia y vigencia.

Tiene toda una vida como docente de Fe y Alegría. No solo tiene estudios doctorales en el ámbito de la educación sino que la propia experiencia «en terreno» le ha enseñado a sencillamente ser «maestra» de la vida.

Actualmente dirige el Centro de Investigaciones y Formación Padre Joaquín (CFIPJ de Fe y Alegría. Es decir, enseña y aprende junto a otros docentes en todo el país y en todos los niveles y modalidades educativas.

Maestros de fe y Alegría Valera, Trujillo

Pero ¿por qué sin maestros no hay escuelas? ¿Por qué esa premisa tan tajante?

Luz Betina intenta repasar cuáles son los elementos distintos de una crisis educativa venezolana que lleva ya varios años. Y empieza señalando que es la falta de inversión lo que imposibilita la superación del deterioro en infraestructura, calidad educativa y profesión docente.

Con esto quiere indicar que se ha desacelerado en el país la construcción de escuelas pero además de los 30.058 planteles educativos que existían, en el 2015 ya eran 27.626. De los últimos años no se conocen estadísticas.

Y complementa este diagnóstico: «Esto sin contar que las que existen, son asediadas frecuentemente por la delincuencia, ocasionando un deterioro en su infraestructura que difícilmente logra reponerse. Tenemos escuelas sin cableado eléctrico, sin sistemas de ventilación, cada vez con menos equipos tecnológicos».

En su enumeración de problemas prosigue con las condiciones del contexto que afectan el desarrollo del proceso educativo.

Refuerza esta realidad mencionando las limitaciones económicas de las familias, las dificultades de transporte, la crisis del servicio eléctrico y la falta de acceso al agua potable, condicionan el proceso educativo, el desarrollo de competencias fundamentales y de habilidades para la vida.

«Las respuestas que la educación debe dar ante los problemas del contexto se encuentran comprometidas en su efectividad», comenta Fuenmayor.

Y este capítulo lo cierra centrándose en el ejercicio de la profesión docente para la cual solicita, urgentemente, una verdadera dignificación.

Apunta que en nuestro país quienes deciden ser educadores son seres excepcionales que tiene que aprender a vivir con un salario de aproximadamente entre 4 o 5 dólares mensuales.

La mayoría de las casas de estudios universitarios han cerrado las escuelas de formación de educadores por falta de matrícula y en más de un 25%, los docentes en ejercicio han dejado las aulas.

Y Fe y Alegría, como Movimiento de Educación Popular y Promoción Social, no escapa a esta dramática realidad. Por eso recientemente ha exigido a las autoridades del Ministerio de Educación que cumpla con todos los docentes del país.

¿Qué nos ha dejado el COVID-19?

Para la maestra la llegada de esta inesperada enfermedad ha dejado muchos aprendizajes. Sobre todo para quienes tienen esa noble misión de guiar y compartir conocimientos y experiencias de vida.

El COVID-19 ha generado un impacto totalmente inesperado que vino a acrecentar la crisis educativa en la que nos encontrábamos. Se han afectado mil quinientos millones de alumnos en el mundo, según la Unesco. Ya vivíamos en Venezuela una situación de emergencia educativa y aunque las matrículas de los estudiantes y la permanencia estaban afectadas en un 25% aproximadamente, se mantenía el carácter presencial de la educación.

En este contexto de emergencia se diseñaron planes que permitieran garantizar la calidad de la educación basada en cuatro normas esenciales: la adecuación de los planes de estudio, la capacitación del personal, la enseñanza participativa e inclusiva y la evaluación basada en logros. Sin embargo y considerando que los derechos humanos son interdependientes, por supuesto que no sólo el Covid-19 ha contribuido a afectar el derecho a la educación sino todos los derechos que hoy en día están siendo conculcados: la salud, la alimentación, la seguridad y sumamos ahora el derecho a la comunicación, el acceso a internet es limitado.

Las medidas adoptadas intentan preservar el más fundamental de todos: el derecho a la vida. El distanciamiento social y la educación a distancia son medidas circunstanciales y necesarias en este momento. Ya habrá ocasión de recuperar los contenidos esenciales, los momentos de socialización y aprendizaje que se viven en los centros educativos. Creo que hay otras situaciones que afecta considerablemente este derecho y a los que ya me he referido.

Docentes de Fe y Alegría Caracas

Estas medidas se nos presentan como una oportunidad para reencontrarnos como familia, como personas, para cuidar nuestras emociones y pensar todo lo que este momento de cambio puede dejarnos como enseñanza. Estamos obligados a repensar la escuela, sus formas de enseñanza, de acompañar a los estudiantes en su aspecto socioemocional, de relacionamiento con los padres y representantes.

Y cierra con Una Palabra Oportuna para sus colegas porque «hay que reconocer el impulso de la vocación de los docentes, quienes han demostrado su compromiso con la educación y desbordado en creatividad para seguir atendiendo a sus alumnos y en respuesta a la diversidad de condiciones en las que se puede generar el aprendizaje, utilizando la tecnología donde la hay, recurriendo a la radio, a carteles y papelógrafos a notas escritas y dejadas de casa en casa».

Con información de Otras Voces en Educación