En la continuidad de su visita apostólica a la Provincia de Venezuela durante esta semana, el Superior General de la Compañía de Jesús en el mundo, Arturo Sosa, afirmó este viernes 30 de junio que “no podemos perder la esperanza”.
“Me encuentro con gente de esperanza y gente de Dios y grupos que no se quedan con los brazos cruzados. Viven de la esperanza”, dijo.
Estas palabras alentadoras las compartió en el encuentro que sostuvo con los integrantes de las obras de la orden religiosa del Sector Social en el país, entre las cuales están los Colegios Gonzaga, Loyola-Gumilla, San Ignacio; las universidades Católica Andrés Bello y del Táchira; Fe y Alegría; Fundación Centro Gumilla; Distribuidora Estudios; OSCASI, CERPE y Hogar Virgen de los Dolores; SPES; Unidos en la Misión; JRS; Juventud y Vocaciones; y el Centro de Espiritualidad y Pastoral.
Sosa reconoció que “el tiempo que vivimos en Venezuela requiere mucha reflexión” y que “estamos en un trapiche y parece que la caña es dura porque cuesta exprimirla y sacar algo dulce”.
Sin embargo, en sentido propositivo y esperanzador, motivó a captar que no es Venezuela la única nación en la Región que está sumida en una profunda crisis social, política y humanitaria. “No nos miremos nosotros. No somos el único país que pasa trabajo. Hay muchos países mal. Estamos llamados a unirnos a otros pueblos, unirnos desde la esperanza”.
En ese tono enfatizó que la fragilización de la democracia y de la institucionalidad “no es un tema exclusivo de Venezuela, eso está pasado en otros países”.
¿Cuál es el primer paso a dar en Venezuela?
El también politólogo e historiador cree que el primer paso a dar en Venezuela para ir superando la crisis es “cómo nos reconocemos en Venezuela para superar la polarización”.
“¿Cómo hacemos para crear esa base donde hay diversidad de pensamientos y propuestas? Es fundamental recuperar el respeto y el reconocimiento de mi hermano, así piense diferente y eso va a significar un cambio de lenguaje”, señaló.
En ese sentido, admite que “la polarización provoca conflictos y frena el diálogo”.
“El diálogo requiere una voluntad de ceder en algunas posiciones para lograr una negociación exitosa. La reconciliación requiere paciencia y disposición para ir generando un cambio”, opinó.
En este contexto, ¿cuál es el rol de la Compañía de Jesús?
El jesuita venezolano, como máxima figura de la Orden en el mundo, lanzó esta pregunta provocadora a la que respondió: “con la propuesta de propiciar procesos para la construcción de ciudadanía y el impulso de acciones y planes de incidencia pública”.
Y para cumplir este rol precisó que existen tres dimensiones claves. Una de ella es la educación. “La educación juega un papel fundamental para esta misión. Debemos egresar ciudadanos comprometidos desde la educación”.
En este plano específico volvió a destacar el trabajo de Fe y Alegría. “Me ha impactado saber que Fe y Alegría ha mantenido las escuelas abiertas y dando clases. Han realizado un esfuerzo enorme y se han fortalecido”.
Sobre la lógica de la interdependencia, dejó este mensaje para todas las obras de la Compañía de Jesús: “es clave para las obras fortalecer las redes entre obras y aliarse. Colaboramos con otros y entre nosotros, en primer lugar”.
Le sumó los enfoques de “ser más audaces para interconectarse sea en el mismo área o fuera del mismo área”. Para ello invitó a trabajar desde el espíritu sinodal “que tanto nos ha insistido el Papa Francisco. La interconexión con otros, incluso fuera de la Iglesia porque el país no es la Iglesia”.
Y las otras dimensiones son las de la investigación y formación. “La dimensión de la investigación es clave en estos momentos. El análisis y la reflexión: debemos seguir pensando al país para construir horizonte de país. La otra, la dimensión de la formación para el ejercicio de la política y la gobernanza con personas íntegras, honestas y de vocación de servicio”, sentenció
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