Pedro Torrellas, psicólogo, aseguró a Radio Fe y Alegría Noticias que la crisis de los servicios públicos en el país desestabiliza la situación de convivencia, generando roces y desgate en las relaciones familiares cotidianas.
“Hemos visto cómo la violencia intrafamiliar tiende a dispararse, la molestia, la irritabilidad, la frustración y el ser humano necesita desahogar eso, es allí cuando se da una situación de agresión y todo pudiera recaer incluso en la persona más vulnerable del grupo familiar, que en este caso son los hijos”, aseguró el experto.
Indicó que observa un repunte en los estados de ansiedad durante las consultas de personas que acuden a psicólogos o psiquiatras, donde se ha roto los espacios cotidianos.
“Cuando tu momento de tranquilidad o esparcimiento es la noche y te cortan la electricidad entonces tu espacio de descanso está vulnerado y eso se ha extendido en el tiempo, es entonces cuando la zozobra emocional va colapsando los estados de ánimos, produciendo en las personas estados depresivos”, afirmó Torrellas.
Dicho cuadro psicológico estaría consolidando una sintomatología a nivel social «muy delicada», lo que Torrellas denomina como «desesperanza aprendida».
«La desesperanza aprendida es un concepto el cual describe una actitud donde el ser humano ya no lucha por transformar su realidad», explicó el psicólogo al tiempo que advierte que ese escenario es muy peligroso en términos de la construcción del futuro, porque en el momento que suelta los ánimos, las fuerzas, el ser humano, y en este caso el venezolano, improvisa la vida.
«Simplemente trabaja por resolver el día, por trabajar lo necesario y ya no ve la posibilidad de hacer proyectos a largo plazo porque siente que lucha contra un imposible producto de esa sintomatología de la desesperanza», argumentó.
Como consecuencia de que las empresas quiebran y los empleos merman, Torrellas asegura que de alguna manera aparece el malestar social expresado en suicidios.
Refirió que para la organización de cualquier sociedad se requiere de la estabilidad de los servicios, es decir, estructurar las bases para que haya calidad de vida, y al no sostenerse esos servicios públicos se entra en un laberinto.
«Es donde empiezan a formularse fracturas individuales que indican el colapso emocional de determinadas personas o familias. Puertas adentro de los hogares venezolanos hay síntomas de mucho malestar y de mucha angustia», reflexionó el especialista.
