«Es tal la cantidad de criollos en la vecina isla, que ahora ocurre una especie de canibalismo por sobrevivencia entre ellos», ha dicho uno de los migrantes.
Trinidad y Tobago ya ha dejado de ser la isla de la fantasía, al menos para algunos deltanos consultados respecto a la elección del país a migrar por la crisis.
Las persecuciones policiales, la violencia contra las mujeres, la tragedia de Güiria y la reducción de vacantes de trabajo, ha hecho disminuir las intenciones de huir a Trinidad y Tobago por la crisis venezolana.
Al menos cinco personas consultadas en Tucupita dijeron que no migrarían a Trinidad y Tobago, sino a otros países.
Todos los abordados mantienen la intención de marcharse porque consideran que la coyuntura venezolana se grava con el pasar de los días.
No obstante, la tendencia de querer marcharse a la vecina isla prevalecía antes de que los sucesos violentos en contra de los criollos se agravaran en julio de 2020.
Los países que han sido seleccionados como principales destinos han sido Guyana y Brasil por su cercanía y bajo impedimentos para la persona con estatus de ilegalidad.
Según explican los abordados, Trinidad no es segura, los casos de xenofobia aumentan y ya está copado de venezolanos.
«Trinidad es un municipio más de Tucupita», bromean varios ciudadanos de Delta Amacuro, haciendo referencia a que hay más deltanos en ese país.
Por ahora, los arribos clandestinos de venezolanos a Trinidad y Tobago han descendido, aunque los viajes siguen llevándose a cabo, solo que no a gran escala.
El 24 de diciembre por la noche la Guardia Nacional Bolivariana impidió el zarpe ilegal de una embarcación con 16 migrantes que pretendían llegar a la nación cercana.
Las redadas de la policía trinitaria en busca de venezolanos ilegales han incrementado y se mantienen. Este fenómeno oficial se pudo notar luego de los sucesos de Güiria y un encuentro entre los gobiernos de Caracas y Puerto España.